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Se "feminizan" las edades maduras,en Cuba

Lunes, 14 de Julio de 2008
Políticas y Derechos

Mujeres a cargo de adultos mayores

Publicado en:
CIMAC
www.cimacnoticias.com

Por Dixie Edith

La Habana, Cuba, 11 julio 08 (CIMAC/SEMlac).- Cuba avanza hacia la "feminización" de las edades maduras y, como consecuencia, registra un incremento sustancial de la viudez entre las mujeres, confirma un estudio del doctor Raúl Hernández Castellón, del Centro de Estudios Demográficos (Cedem), de la Universidad de La Habana.

Según este demógrafo "las enormes proporciones de viudas", que triplican la cifra de sus congéneres en igual situación, constituyen un gran reto "para la sociedad y la familia".

Benigna Torres Ortega, ama de casa de 82 años, perdió a su esposo hace casi tres décadas y es una de esas mujeres a las que se refiere Hernández.

"Estoy sola desde que mis nietas, que vivían conmigo, se casaron y formaron sus familias. A veces me deprimo, pues estuve casada treinta años y no me acostumbro a la soledad, pero nunca me he sentido abandonada, pues las muchachitas siempre están dándome vueltas", contó a SEMlac.

La situación de la viudez femenina "se agrava aún más por el hecho de que, tradicionalmente, la edad de los hombres al matrimonio era mayor", precisa el investigador del Cedem. Por ese motivo, ellos fallecían primero.

Y también por "la mayor propensión masculina a contraer nuevas nupcias al perder el vínculo conyugal por cualquier causa", refiere la investigación de Hernández, Cuba: Envejecimiento y estado conyugal de la población.

Según datos del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade), la situación no es privativa de esta nación caribeña.

"Las mujeres predominarán entre las personas mayores del continente hacia 2050. Ellas serán el 55 por ciento entre las mayores de 60 años y superarán 60 por ciento entre las de 80 años y más", pronosticó un informe del organismo internacional, publicado en 2003.

La expectativa de vida de las latinoamericanas, al llegar a los 60 años, "alcanzará valores cercanos a los 24 años", agregó el texto.
Para Hernández, "a primera vista, parecería que la situación de estas mujeres es bastante penosa. No obstante, el hecho de que su especialización, hasta entonces, haya sido la reproducción, las capacita más para las condiciones de vida propias de la tercera edad que a los (hombres) que han dedicado su vida activa a las actividades productivas".

Con muy buena salud y autosuficiente en cuanto a las labores domésticas, Torres no ha querido irse a vivir con sus hijas o nietas, pues asegura "que no podría ser feliz fuera del barrio adonde se mudó hace 68 años".

Rosa María Domínguez, la hija mayor de esta mujer, divorciada y recién jubilada del sector educacional, respeta la decisión de la madre, pero no la comparte.

"Estaría más tranquila si ella quisiera venir a vivir conmigo, que también estoy sola. Aunque no estamos muy lejos, mi madre no tiene teléfono en casa y siempre dependo de los vecinos para saber si está bien", relató a SEMlac.

La decisión de Torres está en línea con las reflexiones del profesor Hernández.
Según este investigador, la jubilación "difumina las diferencias entre mujeres y hombres, ya que los roles tradicionales femeninos proporcionan a la mujer madura una independencia y una autosuficiencia de la que carecen los hombres de la misma edad".

La encuesta Salud, Bienestar y Envejecimiento en las Américas (SABE), realizada en siete ciudades latinoamericanas y caribeñas, arrojó que, gran cantidad de personas mayores vive con hijas e hijos, en proporciones que oscilan entre 40 y 65 por ciento.
Las mayores cifras se detectaron en México, Santiago de Chile y La Habana; y las menores, en Buenos Aires, Montevideo y Bridgetown (capital de Barbados).
 
En el caso concreto de Cuba, el estudio SABE, desarrollado entre 1999 y 2000 por un equipo de investigadores del Centro de Estudios de Población y Desarrollo (Cepde), de la Oficina Nacional de Estadísticas, verificó que en el 42 por ciento de las viviendas visitadas se encontró al menos un adulto mayor.

De un total de 364 mil personas de 60 años y más, la edad mediana fue fijada en 70 años y el índice de feminidad (mujeres por cada 100 hombres) fue de 144.3. La encuesta identificó, además, a 33 por ciento de mujeres viudas.

En línea con esas realidades, en la isla, en los últimos 32 años, "el rol de los adultos mayores como jefes del hogar se ha visto reducido en el caso de los hombres y (…) ha aumentado el de las mujeres", asevera Hernández en su investigación.

Los hombres de 60 años y más, jefes de hogar, continúa siendo mayoría, pero si en 1970 sumaban 80.4 por ciento, frente a 30.4 de mujeres, el Censo de Población de 2002 fijó estas cifras en 75.8 por ciento de jefatura masculina en esas edades y 48.5 por ciento la femenina.

"Las mujeres tienden a vivir solas en mayor proporción que los hombres, en la mayoría de los países, debido, probablemente, a la menor propensión a unirse cuando quedan viudas o se separan", afirmó por su parte Celade, al analizar los resultados regionales de la encuesta SABE.

Psicólogos aseveran, sin embargo, que las mujeres son mejor consideradas entre sus parientes y existe mayor compromiso hacia ellas, lo que ayuda a compensar la soledad al final de la vida.

El propio estudio SABE confirmó que, al menos en Cuba, la población adulta mayor no sólo son receptores de la ayuda de otros parientes; también brindan colaboración a la familia y, en el caso de las mujeres, entre esos apoyos destaca particularmente el cuidado de nietas y nietos.

Benigna Torres, por ejemplo, dio su ayuda de tiempo completo. "Mi hija mayor era profesora de la universidad y dirigente y tenía los horarios muy apretados, así que mis dos nietas vivieron conmigo desde que empezaron a ir al círculo infantil, hasta que se casaron".

En consecuencia, el profesor Raúl Hernández recomienda hacer un análisis aún más detallado de esta situación en las últimas décadas, así como de los cambios de roles de las mujeres puertas adentro de la casa, es decir, "la dinámica del lugar que ocupan dentro del hogar".

CONSECUENCIA Y CAUSA  

Cuba encabezará en 2025, junto a Barbados, la lista de los países más envejecidos de América Latina, con cerca de 25 por ciento de personas con 60 años y más.

Según las proyecciones, divulgadas en una reciente jornada científica del Cedem de la Universidad de La Habana, hacia 2050 el envejecimiento habrá alcanzado a cerca de 34 por ciento de los pobladores de la isla.

Especialistas aseguran que la fecundidad es la variable demográfica que más ha incidido en la estructura de la población en Cuba.

Desde 1978 las mujeres de la isla no alcanzan el nivel de reemplazo poblacional: no dejan al menos una hija al finalizar su período reproductivo, y las estadísticas y proyecciones no apuntan a una reconsideración de esa tendencia.

Problemas económicos y de vivienda, aspiraciones de superación profesional por parte de las mujeres y poco o ningún apoyo de sus esposos en la crianza de los bebés son las principales causas del descenso de la fecundidad, coinciden casi todas las investigaciones locales sobre el tema.

Las decisiones incluyen tener pocas hijas e hijos y dejarlos para cuando la madre tenga más edad, "o sea, en etapas de la vida en que, por lo general, se culmina instrucción, unión o nupcialidad estable, vivienda, así como ubicación y desempeño laboral esperado o cercano a lo esperado", confirma un estudio de la Dirección Nacional de Estadísticas del Ministerio de Salud Pública.

Las madres también reclaman más infraestructura de apoyo al hogar, lavanderías, círculos infantiles o equipamiento doméstico que apoye las labores cotidianas.
Otra razón comienza a asomar tras los pronunciados descensos de la fecundidad: el envejecimiento ya aparece como causa, y no sólo como consecuencia, de la actual coyuntura demográfica.

Entrevistas con 10 parejas de La Habana, realizadas por diplomantes del Cedem en busca de percepciones frente a la planificación de la descendencia, confirman que la presencia de adultos mayores incapacitados clasificó entre las causas de freno para la maternidad.

En cuatro de 10 hogares visitados, las mujeres, generalmente sin apoyo externo, manifestaron que el tiempo que debían dedicar al cuidado de esta población interfería en los planes de tener, sobre todo, un segundo hijo.

Entre las situaciones cotidianas que más conflictos les generaban identificaron el desconocimiento de alternativas para enfrentar la presencia de adultos mayores necesitados de atención permanente, sin dejar de trabajar y desarrollar su vida con normalidad.

Ya en 2003, durante la Conferencia Regional Intergubernamental sobre Envejecimiento, organizada por el sistema de las Naciones Unidas, en Santiago de Chile, se anticipaba: "muchas personas que hoy cuidan de sus progenitores en América Latina y el Caribe no disfrutarán de iguales ventajas cuando lleguen a la tercera edad. Y la mayoría, para variar, serán mujeres".

El informe del Celade, presentado en esa cita, pronosticaba que la fuerte disminución de la fecundidad, en las últimas décadas, reducirá el tamaño de la red de apoyo familiar potencial con que contará la población de 60 años y más en esta región.

Las personas entre los 30 y 40 años deben "prepararse para su propia vejez en condiciones poco propicias, al tiempo que deberán ayudar a sus ancianos, sabiendo que no necesariamente contarán con el mismo tipo de apoyo familiar que ellos están ofreciendo a sus mayores", afirmó Celade.