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La protección de las personas mayores en medio de la sociedad civilizada

Jueves, 16 de Noviembre de 2006
Envejecimiento y vejez


La protección de las personas mayores en  medio de la sociedad civilizada.

Dra. María Magdalena Rodríguez Fernández.

"¿Quien dijo que todo está perdido?
 …Yo vengo a ofrecer mi corazón."

Durante muchos años, los pueblos primitivos protegieron y respetaron a sus ancianos como su tesoro más  preciado; pero paradójicamente en estos tiempos, en que la sociedad ha logrado notables adelantos científico-técnicos y de toda índole, ya no es así y los viejos han devenido con frecuencia en  estorbo para sus familias y  carga para la sociedad.  Esta es la razón por la que muchas de las personas, que hoy trabajan a favor de los mayores, se esmeran en estudiar y tratar el tema de la protección y la prevención del abuso y maltrato hacia ellos, fenómeno tristemente célebre en nuestros tiempos por su notable frecuencia.

Cuando nos circunscribimos a la significación que el vocablo tiene, nos encontramos con que proteger es cuidar, con el propósito de evitar o prevenir la aparición de situaciones que puedan resultar desagradables o  poner  en peligro el bienestar de la persona. Muchos expertos la consideran sinónimo de preservar, amparar y defender, escudar, resguardar y salvaguardar; pero también se refieren  a  apoyar, favorecer y  patrocinar.

Queda claro que en un inicio, tales acepciones  hacen  alusión a proteger de cualquier peligro material;  pero en particular, lo que se refiere a ayudar o  patrocinar implica  la existencia previa de cierta jerarquía del patrocinador o protector con respecto a la  otra persona.

La protección de las personas mayores en particular  es un tema muy controvertido en nuestros tiempos, en  los que con frecuencia observamos posiciones muy distantes entre sí  y cuya variación se deriva fundamentalmente de la imagen  o representación social que prevalece de la vejez  en cada medio.

Sin embargo, el análisis del problema desde una perspectiva gerontológica nos obliga a  infundir al término una significación más abarcadora, considerando que proteger es mucho más que evitar la aparición de compromiso  o agresión para  el individuo. Se trata de velar por el disfrute pleno de esta etapa de la vida para cada uno de los mayores, permitiéndole gozar de todos sus derechos como persona, con el máximo respeto a su dignidad e historia de vida y respetando ante todo su lugar en la sociedad.

Por tales razones, se impone delimitar que cuando hablamos de protección no hacemos alusión sólo a las acciones de cuidar.  Más bien nos referimos a una serie de acciones de diversa índole, todas encaminadas a preservar y optimizar la calidad de vida de las personas por las que trabajamos. Es entonces que se hace preciso definir que consideramos la protección como un concepto que contempla toda una gama de acciones diversas entre las cuales se incluyen:

·    Prevenir  situaciones que pongan en peligro la salud, la vida, la independencia o los derechos de las personas mayores.
·    Evitar la aparición de discapacidades o al menos retrasarlas y minimizarlas lo más posible.
·    Estimular y propiciar la creatividad de manera individual y personalizada que le permita a los mayores mantener un sentido para la vida.
·    Rescatar las capacidades funcionales que aún tengan posibilidades residuales de desarrollo por el individuo.

Promover la conservación de la autoestima de los mayores y facilitar su integración social y productividad personal de acuerdo a sus características individuales.

·    Preservar la participación  e interacción de las personas con su entorno familiar y social.
·    Promover una representación de la vejez más positiva que  la presente como una etapa  más dentro del ciclo vital en la que existen toda una serie de posibilidades, experiencias  y riquezas que pueden ser puestas a disposición de la sociedad y resultar de inestimable valor para todos.

La primera pregunta que nos asalta es ¿Hacia quienes van dirigidas las acciones de protección en el campo de la ancianidad?

Al respecto, no cabe duda de que la primera categoría a atender son los propios adultos mayores. No obstante, se hace necesario atender a otros grupos, que de alguna manera tienen mucho que ver con dicho sector de la población, y  de forma innegable inciden en su estado de bienestar.  Se trata de la familia y dentro de ella especialmente de los cuidadores; pero las acciones deben trascender  más allá, hasta  alcanzar  el entorno social en el que desarrolla la vida de todas las personas y sin cuya participación se hacen insignificantes todas las acciones que puedan dirigirse a cualquier sector de la población.

En segunda instancia  debemos definir; ¿Quiénes se encargarán de la protección de los adultos mayores?

Sin duda, se trata de una tarea de todos, que involucra desde las propias personas mayores, hasta sus familias, instituciones, organizaciones y asociaciones, etc.; pero sobre todo, es una de las responsabilidades colectivas de la sociedad en general el encargarse de la protección, promoción y ayuda de sus miembros más ancianos como grupo social vulnerable.

Resulta de suma importancia el definir con claridad ¿De qué vamos a proteger a nuestros mayores?

A dicha pregunta no es difícil responder, si tenemos en cuenta la protección desde una perspectiva  abarcadora  y sobre todo integral; de manera que queda claro que estamos  evitando ciertas situaciones concretas como son:

·    Presentación de nuevas situaciones o agresiones personales o colectivas.
·    Evitar complicaciones  o empeoramiento de situaciones ya existentes.
·    Pérdida de capacidades tanto a nivel individual, familiar como colectivas.
·    Aparición de abuso o maltrato en cualquiera de sus formas (físico, psicológico, social, económico, jurídico, etc.)
·    Abandono, discriminación o marginación a estas personas.

Esta percepción nos lleva a considerar todas las acciones de protección con un enfoque integral, teniendo presente que la persona mayor, como todo ser humano, necesita  mantener en equilibrio  sus funciones físicas, psicológicas, sociales y funcionales para lograr el verdadero estado de bienestar, que es lo que define la salud. Por tales razones la protección abarca el cuidado de todas  las  esferas de la vida de estas personas y trasciende hacia la familia y el entorno en general.

Al referirnos a los  aspectos físicos del individuo recordemos que se  encarga del cuidado de las enfermedades así como de la prevención y tratamiento de las discapacidades que puedan derivarse ellas. Resulta de especial importancia tener en cuenta que se incluye la preservación de las capacidades funcionales residuales y la prevención de la aparición de minusvalía, mediante la aplicación de recursos de compensación y optimización funcional que pueden permitir al adulto mayor mantenerse productivo y útil en otros espacios laborales. Es esta una tarea que requiere de la debida atención y orientación por parte del personal de la salud y trabajadores sociales, sin despreciar el  fundamental papel que desempeña el apoyo de familiares y amigos en aquellos casos en que se requiera realizar terapia de rehabilitación

Es preciso que al hablar de la rehabilitación se haga en el sentido más amplio del término, evitando la tendencia de reducirlo  sólo a la recuperación total o parcial de las capacidades físicas, y haciéndole extensivo  además a otros aspectos que conforman la integridad del individuo, como es la esfera psicológica tratando de que logre mantenerse en las condiciones mentales más apropiadas y conservar su vida de relación interpersonal. Por último, y no por eso menos importante, es inexcusable atender también los aspectos de la vida social del individuo  mediante todas aquellas medidas que le permitan  la reinserción social y laboral si fuera posible  y a través de la cual pueda conservar su productividad y fortalecer su autoestima al sentirse útil a la familia y la sociedad.

Mención especial requiere la atención de la autoimagen que cada persona tiene de sí misma y que sin duda influye de forma significativa en su autoestima. Pero, trabajar en esta esfera requiere que las personas se preparen para alcanzar un  buen envejecer, proceso que debe iniciarse desde las primeras etapas de la vida.

Atener a los aspectos psicológicos se refiere especialmente a la atención que merece la autoimagen  que la persona tiene de sí misma y que con mucha frecuencia tiene una influencia primordial en la autoestima. Trabajar en esta esfera  necesita que las personas se preparen adecuadamente para un "buen envejecer", lo que exige  en muchas ocasiones la inducción de un  cambio en los preconceptos y actitudes que ante la vejez se han mantenido durante mucho tiempo en la denominada  "sociedad  civilizada"  en que vivimos; esa en  la que  se considera como bello todo aquello que está relacionado con lo joven, y como bueno  sólo lo que es útil en términos económicos.

Se puede decir que esta esfera merece especial atención porque si bien es hasta cierto punto inevitable la aparición de enfermedades crónicas,  el enfrentamiento que ante ellas muestre la persona es sin duda determinante para el bienestar futuro de la misma y su autocuidado  adecuado. Se incluyen aquí la prevención de ciertos estados patológicos tales como la depresión, la confusión y otros.

Cuando se trata de trabajar en la esfera social, se hace necesario más que en ninguna otra, percepción integral del problema y extenderlo a los diversos grupos  involucrados de la siguiente forma:

·    Individuo: Evitar la soledad, la institucionalización, el aislamiento, la falta de redes primarias de apoyo efectivas, el inmovilismo, los accidentes, el deterioro de la autoestima y en especial el enfrentamiento negativo de esta etapa de la vida por la persona mayor son los aspectos primordiales de esta tarea. No debemos olvidar la urgencia de atender tales aspectos de la vida de las personas, muchas veces olvidados, y que redundan negativamente en el bienestar y la satisfacción que puedan tener con su propia vida al  sentirse como una carga familiar o social o como seres incapaces ya de contribuir con la sociedad en que viven.
·    Familia: Se trata de fomentar las buenas relaciones intergeneracionales, evitando con esto las situaciones de maltrato y abuso a los mayores y promoviendo una buena dinámica familiar que apoye y acompañe al adulto mayor en su vida diaria y en su proyección social. Además es preciso que  se trabaje en función de tratar de   evitar la sobrecarga económica de la familia con sus implicaciones para todos sus miembros, atendiendo a la orientación necesaria para que  enfrenten las abordar las relaciones intergeneracionales que tanta ayuda pueden brindar a las personas mayores en todos los espacios sociales.
·    Cuidador: Resulta de especial interés  enseñar a los cuidadores a ocuparse  de sí mismos, cuidando de su propia salud física, mental y espiritual para poder enfrentar con  fortaleza el cuidado de un  mayor especialmente dependiente por completo.  También se atenderá su capacidad para prever y manejar la aparición de disturbios  familiares, sociales o económicos que se deriven de su condición de cuidadores.
·    Sociedad: En este sentido es preciso  comenzar a  alertar  a la sociedad de la necesidad creciente de dedicar mayores presupuestos dedicados a la asistencia socio-sanitaria, con la creación de nuevas instituciones que se derivan de un mayor número de personas mayores sin amparo filial, etc. Por eso  se impone un cambio en las actitudes sociales que partan del propio individuo y se extiendan a las familias y la sociedad en general, donde se reconozca que los adultos mayores tienen el derecho a disfrutar hasta el último momento de la vida de su espacio en la sociedad, y que por sobre todas las cosas la institucionalización no es ni será la solución para reducir los costos de una más larga vida, cuando esta debe ser un éxito de la humanidad.

Por lo tanto, proteger a los adultos mayores es también colaborar con la  sociedad   para que comience a crear nuevas alternativas  económicas que contribuyan a aminorar los efectos de una menor población en edad laboralmente productiva, entre las que se incluye la implementación de nuevos  espacios laborales  aceptables para las personas mayores que se ajusten a sus capacidades individuales.

Por último nos preguntaremos ¿cómo hacer  este tipo de protección  integral a los mayores?

Sin duda se incluyen una serie de medidas que consideran tanto los aspectos de índole física como psicológica y socio-económica entre las cuales se citan las siguientes:

·    Propiciar una adecuada preparación de toda la población que le permita un buen envejecer.
·    Prevenir, tratar y controlar las enfermedades que puedan presentarse y conducir a complicaciones.
·    Estimular a los mayores para que hagan uso de sus derechos ciudadanos en su entorno social.
·    Propiciar el envejecimiento activo  con adecuada preservación de las capacidades funcionales y rehabilitación de las ya comprometidas.
·    Crear condiciones en el hogar y el entorno social encaminadas a evitar todo tipo de  accidentes, lo que incluye la  construcción de inmuebles con previsión para su libre acceso por personas mayores y/o con cierto grado de discapacidad.
·    Promover las adecuadas relaciones intergeneracionales en el entorno familiar y social.
·    Promover un enfrentamiento positivo de la vejez como etapa del ciclo vital mediante la propuesta de una imagen más positiva de la vejez.
·    Evitar todas aquellas causas que pueden conducir a la aparición de confusiones como son el uso indiscriminado de fármacos, el traslado innecesario o involuntario de lugar de residencia, etc.
·    Prevención y tratamiento oportuno y especializado de todos los procesos patológicos que puedan inducir al deterioro cognitivo.
·    Promover y estimular socialmente  el desarrollo de un envejecimiento activo y productivo que permita a cada persona mayor poder contribuir con la sociedad de acuerdo a sus capacidades.
·    Estimular las relaciones de la familia y sus posibilidades de solicitar ayuda a las instituciones  correspondientes  para enfrentar todos los problemas que se deriven de situaciones particulares en relación con sus mayores,
·    Facilitar y activar las redes de apoyo tanto primarias como secundarias y que permitirán mantener a la persona mayor en su entorno a pesar de que aparezcan ciertas situaciones no deseadas.

Queda claro entonces, que la protección de las personas mayores es mucho más que cuidarle de  la sucesión  de eventos que atenten contra su integridad física, sino que es algo más abarcador que se extiende a garantizar el disfrute pleno de esta etapa de la vida y el libre ejercicio de derechos, que como todo ser humano tiene este sector de la población. Para desarrollarla a cabalidad, sin duda  se impone un cambio en la concepción de la misma, que durante muchos años se ha limitado a cuidar y evitar el abuso y maltrato sin brindar demasiado interés al derecho que tienen las personas mayores de ser promovidas  con el propósito de mantenerse integradas activamente en la sociedad en que viven.


Fuente: Boletín Caritas Cubana. Año 2 Nº 2 Mayo-Agosto 2006.