Envejecimiento y cuidados en Cuba: el panorama y los desafíos de una “silenciosa revolución”

Viernes, 10 de Marzo de 2017

Canal: Envejecimiento y vejez

Beatriz Revuelta y Elaine Acosta
Marzo 2, 2017
Cuba Posible

Cuba atraviesa otra crisis, más invisible y aún no reconocida. La “crisis de los cuidados” ya está instalada en la sociedad cubana y uno de sus principales causantes tiene que ver con la llamada “silenciosa revolución” que alude a los problemas asociados al envejecimiento de la población. Se trata del inicio de la revolución más silenciosa de la historia de la humanidad, que carece de precedentes y cuyo alcance es impredecible (Arnold et al., 2011). Se trata de un fenómeno de carácter mundial, toda vez que la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que la población mundial de 60 años o más es el grupo etario de crecimiento más rápido. En la región, Cuba encabeza los procesos de envejecimiento en América Latina (CEPAL-CELADE, 2009) y el Caribe (OIT, 2009) [1]. Se estima, para el conjunto de América Latina, que la población de 60 y más años edad se acrecentará en 41 millones de personas entre 2010 y 2025, en 85 millones de personas entre 2025 y 2050 y en otros 65 millones de personas entre 2050 y 2075.

¿En qué consiste esta crisis? ¿Por qué es tan urgente y necesario visibilizarla y abordarla políticamente? La llamada crisis de los cuidados está a la base de esta silenciosa revolución, puesto que los problemas asociados al envejecimiento de la población están estrechamente relacionados con el déficit cada vez mayor de cuidadoras –recordemos que han sido las mujeres en la familia quienes histórica y tradicionalmente se han hecho cargo de estas tareas- y el aumento de las denominadas “nuevas necesidades sociales” relacionadas con el incremento sostenido de las mujeres en el mercado laboral, los cambios en la composición y dinámicas de las familias, el aumento de las migraciones y su feminización, así como la debilidad de las políticas sociales y el escaso apoyo del Estado en estos asuntos.

La urgencia de su visibilización y abordaje viene dada porque lo que aparece en primera instancia como una tendencia demográfica no es efecto del azar ni de un designio de la naturaleza; constituye un resultado histórico y, como tal, responde a decisiones e intervenciones sociales y políticas realizadas en el pasado y que son posibles de mantener o alterar, dependiendo de las consecuencias que estas dinámicas estén trayendo para el bienestar de la población. Si bien el cuidado es una necesidad diaria de todas las personas, que adquiere formas diversas en función del ciclo vital, y del contexto histórico y cultural en el que se encuentra la persona (Precarias a la Deriva, 2004), cuando se llega a la vejez, muchas de estas necesidades de apoyo son en su mayoría cubiertas por la familia, debido a que su cumplimiento se ha visto como una responsabilidad fundamentalmente privada (Sojo, 2011), mientras que el Estado y las organizaciones de la sociedad civil han jugado un rol secundario.

¿Cómo pensar y valorar el envejecimiento y la vejez en relación con los cuidados?

Aproximarse a una definición de la vejez requiere considerar, al menos, la presencia de aquellos cambios subjetivos y estructurales producidos vivencialmente en el sujeto, y no la prefijación etaria. De esta forma, el envejecimiento lo entendemos como el proceso no solo sociodemográfico, sino también  socio-psicológico, subjetivo, en el cual intervienen dimensiones políticas y socioeconómicas, constituyéndolo de modo complejo. El envejecimiento da cuenta, además, del predominio y aumento de personas mayores en la sociedad (envejecimiento poblacional), de los diferentes modos en que es vivida y representada la vejez en las prácticas de los sujetos y las instituciones sociales.

La diversidad de nociones en torno al envejecimiento está determinada por la variedad de interpretaciones sobre la vejez. La diversidad de la vejez, así como de los contextos sociales en que ella se produce, introduce un reto a los estudios y reflexiones sobre estas temáticas, no solo diferenciando y visibilizando las relaciones entre el proceso (envejecimiento) y la etapa o momento de la vida (vejez), sino dando cuenta de la multidimensionalidad y heterogeneidad de ambos. Al respecto, el concepto de vejeces (Romero y Dulcey-Ruiz, 2012) es de una enorme potencialidad por cuanto permite dar cuenta de la diversidad humana y de contextos históricos y espacio-temporales en el proceso de vivir-envejecer y los procesos de devaluación dual del cuidado.

Por su parte, las prácticas y representaciones en torno a la vejez y el envejecimiento están relacionadas con los significados que puede tener la idea de cuidados y con el valor, reconocimiento y obligatoriedad con que se identifique dicho trabajo (Carrasquer, 2013). En este sentido, tanto desde la perspectiva de las personas mayores como de quienes les cuidan, el cuidado a los adultos mayores puede ser entendido como una actividad no gratificante, catalogada como “esclavizante” (como “carga”), altamente demandante de recursos físicos, económicos y afectivos. Esto, de la mano de las representaciones de la vejez como “pérdida” influye en que se refuerce la percepción negativa con que es valorado este tipo de cuidados.

El cuidado en la vejez visibiliza que el anciano/a se ubica en la categoría de sujeto dependiente y, por tanto, ha descendido en la jerarquía social que valora más a los individuos “catalogados” como “independientes” y “autónomos”. Sin embargo, al mismo tiempo, puede constituirse en una actividad gratificante. En síntesis, el análisis de los cuidados en la vejez permiten expresar, al menos: desigualdades de género, tensiones entre Estado, familia y personas que requieren cuidados, dicotomías y complementariedades múltiples (valorativas y analíticas) y mecanismos de desvalorización social (proceso de devaluación de la vejez vía el cuidado).

La elocuencia de los datos y las señales de alarma de la crisis (de cuidados).

Refiriéndose al envejecimiento, Gross (2013) reconoce que el tema “sorprendió a las autoridades cubanas” sin la infraestructura y la capacidad de servicios para atenderlo. Y es que en el país, contrario a lo que podría pensarse, los cuidados siguieron anclados en la familia, o al sistema de salud, pero la realidad familiar cubana cambió (IPS, 2009), especialmente porque la principal proveedora de los cuidados, la mujer, modificó su rol y participación en estos asuntos.

Por otra parte, las señales de alarma de esta crisis ya empiezan a reflejarse en los medios masivos de comunicación. La televisión nacional cubana, así como la prensa escrita, han ido incrementando la cobertura sobre estos temas. Así, han estado apareciendo con más frecuencia reportajes sobre las condiciones en que viven las personas mayores, el estado de las pensiones, los servicios que se les brindan a estos grupos, las programas de cuidados (familiares o institucionales) y las condiciones de los cuidadores para proveerlos. Recientemente, se exponía la situación de muchos adultos mayores que sienten vulnerados sus derechos para acceder a servicios y beneficios por parte del Estado, así como las condiciones económicas en las que se proveen cuidados a aquellos adultos mayores que lo necesitan[2].

Juntando evidencias empíricas, lo primero que cabe resaltar para dimensionar la magnitud y relevancia del problema es que, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), en 2016, el proceso de envejecimiento, visto como un aumento en la proporción de personas de 60 años y más con relación a la población total, se ha venido desarrollando y profundizando en los últimos años. De esta manera, el país ha transitado desde un 11,3 por ciento de personas de 60 años y más en 1985, hasta un 19,4 por ciento en el 2015, lo que indica su ubicación en el Grupo III de Envejecimiento (>15 por ciento), donde se encuentran los países más envejecidos de la región. Así, en el término de 31 años el envejecimiento se ha incrementado en 8,1 puntos porcentuales.

Vale recordar que en el fenómeno del envejecimiento de la población intervienen otros procesos demográficos como la fecundidad, la mortalidad y las migraciones, variables que en acción combinada en el tiempo determinan el crecimiento y la estructura por edades de la población. Todas ellas, variables de suma importancia para la planificación económica y social de cualquier país. En el caso cubano es importante precisar que la fecundidad se encuentra por debajo del nivel de reemplazo -menos de una hija por mujer desde hace 36 años- la población de 0-14 años ha ido disminuyendo con respecto al total (ONEI, 2015). Por su parte, la tasa de natalidad cayó de 2,5 a 1 por ciento entre 1953-2008 -desde 1978 la tasa de fecundidad es la más baja del continente-, la tasa de emigración aumentó de -0,06 por ciento a -0,33 por ciento, y la tasa de crecimiento de la población disminuyó de 2 al -0,01 por ciento, manifestándose un decrecimiento de la población en términos absolutos (Mesa-Lago 2010).

Según datos de la ONEI-CEPDE (2014) de los 11,210,064 habitantes que residían en el país a finales del año 2013, más de dos millones de habitantes (2,095,784) tenían 60 años y más, los que, en términos relativos, representaban el 18,7 por ciento de la población total (Benítez, 2015). Para el año 2025, se proyecta que las personas de 60 años y más en Cuba se incrementarán a un 26 por ciento de la población total (ONEI, 2008). Aproximadamente un 40 por ciento de los hogares en Cuba, los que contabilizan 1,506,852, tienen un adulto mayor entre sus miembros. Al mismo tiempo, se ha producido un incremento de hogares donde viven personas mayores solas (IPS, 2009).

El indicador de aumento de la esperanza de vida al nacer, alcanzó en Cuba los 78,45 años en el trienio 2011-2013, según Benítez (2015). Pero han sido las mujeres quienes disfrutan de las mayores tasas de supervivencia llegando a una esperanza de vida de 80,45 años frente a 76,50 años de los hombres para igual período, evidenciándose con ello el fenómeno conocido como feminización del envejecimiento.

Otro dato muy relevante es la manera en que este proceso de envejecimiento ha transcurrido. A diferencia de lo ocurrido en la mayoría de los países europeos, donde la transición demográfica que culminó con el envejecimiento de la población se logró en el curso de varias generaciones, en Cuba este proceso ha sido muy acelerado y homogéneo.

En síntesis, la celeridad, magnitud y complejidad de los cambios asociados al proceso de envejecimiento de la población cubana plantean importantes desafíos tanto para la investigación social, como para el debate y el diseño de políticas sociales. Por un lado, los retos se plantean desde el cambio en las necesidades y obligaciones de los miembros de la familia en cuanto a los cuidados de las personas mayores. Pero también desde el debate sobre la participación del Estado, la sociedad civil y el cuestionado mercado en estas materias. En términos de impacto, el incremento de la población mayor agrega nuevas necesidades “sociales” de cuidado en el mediano y largo plazo, al tiempo que en el presente genera un conjunto de tensiones al coexistir con las tradicionales demandas provenientes del cuidado infantil y la menor disponibilidad de cuidadoras.

Sin embargo, el problema no es solo de cuántos más están o estarán necesitando ser cuidados, sino también de las preferencias y valoraciones acerca de dónde y cómo se desearía ser cuidado. Al respecto, la organización de una nueva coexistencia entre generaciones, la mayor demanda asistencial de personas que viven solas, el coste de pensiones más dignas y prolongadas, la necesidad de establecer roles nuevos y satisfactorios para las personas que envejecen dentro de los nuevos modelos de integración social, garantizar un envejecimiento saludable y lograr una sociedad más amigable con las personas de edad avanzada, son algunos de los retos sobre los que es urgente seguir conversando.

Bibliografía
- Acosta, E. (2015). Cuidados en crisis y mujeres migrantes hacia España y Chile, Deusto Ediciones, Bilbao.
- Arnold, M., Thumala, D. y Urquiza, A. (2011). “En las vísperas de una revolución ignorada: el actual envejecimiento demográfico y sus consecuencias”. Revista Análisis, 105–115.
- Benítez, M. E. (2015). Envejecer en Cuba: mucho más que un indicador demográfico, Novedades en Población (CEDEM), Año XI, No.22, pp. 10-19.
- Carrasquer, P. (2013). El redescubrimiento del trabajo de cuidados: algunas reflexiones desde la sociología, Cuadernos de Relaciones Laborales, 31, Núm. 1, pp. 91-113.
- CEPAL/CELADE (2009). Proyección de población, Observatorio Demográfico No. 7, Año IV, Santiago de Chile.
- Gross, A. (2013). Emigración cubana, envejecimiento poblacional y bienestar social: aproximación al estado de vulnerabilidad social del adulto mayor en un Consejo Popular habanero, CLACSO, Buenos Aires.
- IPS (2009). Familia cubana: nuevos retos y desafíos a la política social, No. 21, La Habana.
- Mesa-Lago, C. (2010). Estructura demográfica y envejecimiento poblacional: implicaciones sociales y económicas para el sistema de seguridad social en Cuba, Décima Semana Social Católica, La Habana, Disponible en http://arquidiocesisdelahabana.org/contens/descargas/semana_social/0016_demografia_segur-social.pdf
- OIT (2009). Envejecimiento de la población: ¿Quién se encarga del cuidado?, Notas OIT sobre trabajo y familia, No. 8. http://www.ilo.org/americas/publicaciones/notas-trabajo-y-familia/WCMS_184715/lang–es/index.htm
- ONEI (2016). El envejecimiento de la población cubana 2015. Centro de Estudios de Población y Desarrollo, La Habana.
- ONEI-CEPDE (2014). Estudio sobre envejecimiento poblacional a partir del Censo de Población y Viviendas 2012, Centro de Estudios de Población y Desarrollo CEPDE, La Habana.
- Precarias a la Deriva (2004). A la deriva por los circuitos de la precariedad femenina, Traficantes de sueños, Madrid.
- Romero, X. y Dulcey-Ruiz, E. (2012). Reflexiones sobre envejecimiento, vejez y género. En Envejecimiento con dignidad y derechos. Desafío de Cáritas, PRAM, Perú.
- Sojo, A. (2011): De la evanescencia a la mira: El cuidado como eje de políticas y de actores en América Latina. Serie Seminarios y Conferencias, N° 67, CEPAL.

Notas
[1] Se ubican en una etapa de envejecimiento avanzado (Barbados, Cuba, Martinico, Puerto Rico y Uruguay): tienen las menores tasas de fecundidad y el índice de envejecimiento supera el 65 por ciento.
[2] Programa titulado Pepe TV, transmitido por el canal Cubavisión, los días lunes 18 y 25 de julio de 2016.


Disponible en:
https://cubaposible.com/envejecimiento-cuidados-cuba/