Las féminas mayores son parte de la modernidad. En América Latina, posterior la II Asamblea Mundial de Envejecimiento, con el slogan ”Una Sociedad para todas las edades”, se extendió la creación de servicios y programas para los adultos mayores que remueven los imaginarios y representaciones sociales sobre la vejez en la vida actual. La vida social moderna se caracteriza por el auge de la organización. Las organizaciones modernas no se reducen a la calidad de estructuras, sino que su cualidad reside en su carácter de agentes que persiguen propósitos y que elaboran para ello planes que vinculan las dimensiones de espacio y tiempo de la vida social (Giddens:1994).
Las participación social de las personas mayores y en particular de las nuevas actrices mayores, presenta una demanda original de tipo personal, instalada transversalmente en las representaciones sociales de los mayores, modificando la femineidad tradicional, “la generalización de la supervivencia hasta dichas edades, abre nuevas posibilidades de organización social y familiar, y nuevos “diseños” de ciclo vital individual (…) se sugiere que las edades jóvenes y adultas se orientan cada vez más hacia comportamientos hasta ahora considerados “masculinos”, mientras las edades maduras y avanzadas experimentan una preponderancia creciente de aquellos otros hasta ahora considerados “femeninos” (Pérez, 1995). La significancia del proceso participativo radica en el permanente crecimiento de distintas expresiones asociativas tales como clubes de adultos mayores, que más bien expresa un estallido de la contención demandada de individualidad silenciada largamente por las mujeres mayores, lo que actualmente las ubica en una posición de poder en relación a otros grupos sociales (Touraine, 2007).
La fuerza que ha dado la representación de mujeres en los cargos presidenciales de la vida democrática de Latinoamérica, Argentina (Cristina Fernández, 2007), Chile (Michelle Bachelet, 2006), Nicaragua (Violeta Chamorro 1990), Panamá (Mireya Moscoso, 1994), flexibiliza el imaginario de poder en torno a la participación social en la vida moderna, y evidencian una silenciosa demanda individual que describe nuevas prácticas de las mujeres mayores, en diversos países latinoamericanos (grupos de vida, clubes de adultos mayor, etc).
Las mujeres adultas mayores se han tomado el momento de dicha apertura política, y han comenzado a dar cuenta del capital social adquirido en el proceso de envejecimiento. Sin embargo, en nuestro continente la vejez se sostiene junto a la pobreza en los más altos niveles de los sectores mayores, las féminas mayores han identificado claramente la dureza de aquello, apropiando la imagen positiva de ellas, modificando el imaginario social de poder.
Comprender las prácticas sociales de las mujeres mayores nos proporciona el camino a seguir el nuevo imaginario social de las vejeces.
Un saludo especial a las mayores de Chile
Santiago de Chile, 8 Marzo de 2010
Regina Obreque Morales (socióloga)
reginaobreque@yahoo.es