La Red Latinoamericana de Gerontología (RLG) participó en la XI Conferencia Regional sobre la Mujer en América Latina y el Caribe, efectuada en Brasilia del 13 al 16 de julio 2010, con el propósito de abogar por la inclusión del envejecimiento de la población y la situación de las mujeres adultas mayores dentro de los acuerdos adoptados en dicha Conferencia. Asistieron, en nombre de la RLG, Ximena Romero, Coordinadora de la misma y Elisa Dulcey-Ruiz, Corresponsal por Colombia.
La Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe es un órgano subsidiario de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), convocada con carácter permanente y regular con una frecuencia no superior a tres años, para identificar las necesidades regionales y subregionales de las mujeres, presentar recomendaciones, realizar evaluaciones periódicas de las actividades llevadas a cabo en cumplimiento de los acuerdos y planes regionales e internacionales sobre el tema, y proporcionar un foro para el debate sobre estas materias.
Mensaje de la RLG
LAS INEQUIDADES Y DESIGUALDADES DE GÉNERO SE ACENTÚAN
CUANDO LAS MUJERES LLEGAN A LA VEJEZ
América Latina vive un inexorable proceso de envejecimiento en un contexto de fuertes desigualdades e inequidades sociales. El envejecimiento se caracteriza por un constante aumento de la población mayor de 60 años y por la disminución de los menores de 15 años. En el año 2000 el porcentaje de personas adultas mayores en la región era del 8%; se prevé que en el 2050 alcance al 24%. El grupo de mayor crecimiento entre la población adulta mayor es el de 80 y más años. Ya para el año 2036 se espera que en América Latina la proporción de personas mayores de 60 años sea superior que la población menor de 15 años.
El envejecimiento tiene rostro de mujer
La expectativa de vida de las mujeres, al llegar a los 60 años, es mayor que la de los hombres y se incrementa según avanza la edad. En América Latina y el Caribe hay actualmente cerca de 122 mujeres de 60 años y más por cada 100 hombres de la misma edad. Y entre las personas mayores de 75 años de la región el índice de feminidad es de 142 mujeres cada 100 hombres. En las próximas décadas estas cifras continuarán en alza.
Las mujeres viven más años, pero con más discriminaciones y vulnerabilidades:
Exposición a violencias: existe una invisibilización de la violencia hacia las mujeres adultas mayores, las cuales son víctimas, principalmente, de violencia psicológica y abuso patrimonial. Las imágenes y creencias estereotipadas y negativas son una forma extendida de violencia psicológica, que afecta más a las mujeres que a los hombres en la vejez. Es necesario visibilizar y superar estas violencias.
Salud: los programas de salud sexual hacia la mujer, están enfocados en el binomio madre/hijo, lo cual deja por fuera a las mujeres adultas mayores. La vida sexual no se detiene con el término de la edad fértil y tampoco con la vejez. El no reconocimiento de esta realidad está excluyendo a las mujeres adultas mayores de exámenes y procedimientos preventivos (por ejemplo: citología vaginal) y dificultando su acceso a prevención de enfermedades de transmisión sexual y VIH-SIDA –cada vez más comunes entre mujeres y hombres mayores de 60 años-.
Cuidados: las necesidades de cuidado están aumentando, lo cual, junto con el incremento de la esperanza de vida, genera nuevas demandas de servicios. Hoy, la tarea del cuidado recae fundamentalmente sobre las mujeres. Afecta principalmente a las mujeres pobres de edades intermedias y adultas mayores. Actualmente en América Latina, ese cuidado está a cargo de mujeres adultas y adultas mayores, por lo común sin retribución alguna, con el agravante de tener menos probabilidad de ser cuidadas ellas mismas en su vejez. El envejecimiento de la población exige desprivatizar el cuidado y establecerlo como responsabilidad de mujeres y hombres, de gobiernos y familias.
Seguridad económica y seguridad social: hay evidentes sesgos de género en el acceso y la cobertura de seguridad social –de por sí restringida en América Latina-, debido a la menor participación de las mujeres en el mercado laboral formal y al desarrollo de labores de cuidado sin remuneración. El porcentaje de mujeres con pensión en América Latina es sensiblemente inferior al de los hombres y cuando las mujeres tienen pensión ésta es generalmente más baja, lo cual aunado a su mayor expectativa de vida implica vivir más años con bajas pensiones y mayores riesgos de salud. ¿Cómo asegurar recursos que permitan a las mujeres vivir con dignidad la vejez, sin ser objetos de asistencialismos y siendo sujetos de derechos? Urge, además, la implementación de sistemas de pensiones no contributivas que ayuden a reducir la pobreza y a estimular la autonomía y la dignidad de las mujeres en la vejez.
NECESITAMOS:
- Acciones y políticas educativas, laborales y económicas que tengan en cuenta el envejecimiento poblacional e individual, así como la totalidad de la vida, y contribuyan a mitigar las desigualdades de género.
- Promover autonomía y participación a lo largo de toda la vida de todas las mujeres.
- Que en la agenda de las reuniones de mujeres, en declaraciones y pronunciamientos se tengan en cuenta las mujeres de todas las edades y condiciones.
- Poner fin a la discriminación hacia las mujeres por el hecho de ser viejas, durante situaciones de emergencias, pues contribuye a hacerlas más vulnerables y a ser excluidas a la hora de recibir auxilio inmediato, así como durante la fase de recuperación de los desastres.
- Facilitar la integración de las mujeres viejas al uso de las tecnologías como medio para incrementar su participación, autonomía y autocuidado, así como el acercamiento entre generaciones.
- Aprovechar el momento único e irrepetible que vive América Latina conocido como "ventana de oportunidad demográfica”, o “bono demográfico": cuando es mayor la cantidad de personas económicamente activas y mayoritariamente jóvenes que están en capacidad de sostener un número menor de personas adultas mayores y de niños. En el futuro cercano, por efecto de la transición demográfica, esta relación de ventaja se invertirá y los países de América Latina enfrentarán los retos de contar con menor población generadora de ingresos y mayor número de consumidores de bienes y servicios. Es esencial, trabajar en la definición de políticas que garanticen el financiamiento de mecanismos de protección social con perspectiva de género, que tengan en cuenta la posibilidad de mitigar las desventajas socio-culturales y económicas que afectan a las mujeres de todas las edades, sin sacrificar su acceso a servicios de calidad.
Desde la perspectiva política se requiere que los sistemas de protección social se anticipen a estos cambios demográficos, teniendo en cuenta su carácter diferencial en términos de género, prevean y diseñen mecanismos de financiamiento para que las presiones sobre el gasto (público y privado) sean sostenibles, sin mermar la cobertura universal y la calidad de las prestaciones.
Las mujeres viejas como participantes activas en la búsqueda de la igualdad de género
Hoy, las mujeres envejecen y viven la vejez sin modelos previos, sin pautas que las orienten y ayuden a enfrentar nuevos desafíos que emergen en todos los ámbitos, incluido el creciente aumento de la longevidad. Paulatinamente se han ido apropiando cada vez más de sus vidas y comienza a anidar en ellas el sentimiento de disconformidad con expectativas sociales y roles que las aprisionan, negando su derecho a imaginar proyectos de vida que superen formas estereotipadas de considerar su papel en el mundo, particularmente cuando viven la vejez.
Las formas prácticas que recorren esos procesos, son en gran medida motivadas por la búsqueda de la autorrealización que, progresivamente, comienza a ganar espacio en los deseos y en los esfuerzos de las mujeres mayores por asegurar su autonomía e independencia, así como el ejercicio de sus derechos civiles y políticos.
La discusión sobre los roles clásicos no se detiene en el ámbito doméstico y comienza a recorrer todos los ambientes de la sociedad. Desde el espacio familiar al espacio público, se empieza a poner en entredicho el rol social de cuidadoras que las constriñó a vivir sus vidas en función de los deseos de otros, de sus cónyuges, de sus hijos o de algún otro familiar. La discusión comienza también a manifestarse en la demanda por el derecho a ingresos económicos propios, el derecho a una pensión básica que es anhelada no sólo por los beneficios económicos, sino también por razones de dignificación y autonomía.
Es fundamental que desde las organizaciones, movimientos, reuniones y agendas de mujeres se contribuya a visibilizar, fortalecer y acrecentar estos procesos, incorporando las demandas por la igualdad de oportunidades para las mujeres de todas las edades.
¡Ser mujer y ser vieja… no tiene por qué seguir siendo un destino biológico y socio-cultural desventajoso, sin equidad, ni poder!
Red Latinoamericana de Gerontologia
www.gerontologia.org
Contactos: Ximena Romero (Coordinadora) correo-e: ximenaromero@gerontologia.org
Elisa Dulcey-Ruiz (Corresponsal por Colombia) correo-e: elisadulcey@gerontologia.org
BRASILIA 13-16 DE JULIO 2010. XI CONFERENCIA REGIONAL SOBRE LA MUJER DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
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Les invitamos a consultar, en versión pdf, el CONSENSO DE BRASILIA,
aprobado por la XI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe:
http://www.cepal.org/mujer/noticias/paginas/5/40235/PLE-1Consenso_16_julio-esp.pdf
