La Habana 05.10.2007.
El envejecimiento poblacional no es solo una cuestión para preocuparse, sino para ocuparse. Y así lo demuestran especialistas de la temática gerontológica que acaban de concluir un estudio sobre la longevidad en nuestro país.
Según el doctor Roberto Diéguez Dacal, especialista principal de geriatría y gerontología de la Dirección Nacional del Adulto Mayor del Ministerio de Salud Pública, hoy los investigadores se encuentran computando los datos obtenidos, pero puede hablarse ya de cerca de 2 500 ancianos que tienen cien años o más.
El estudio, informó el doctor Alberto Fernández Seco, director nacional de Adulto Mayor, se propuso explicar las causas que inciden en la expansión de la vida y caracterizar cognitiva y funcionalmente a los longevos cubanos.
Previo a los resultados generales, Fernández Seco comentó que factores genéticos, de sexo y emocionales, además de una fácil adaptación al cambio y la tenencia de hábitos sanos, son algunas de las causas que inciden en el aumento de los años vividos.
Esta opinión del especialista se basa en los resultados de un sondeo efectuado en la capital a 270 centenarios.
En el mismo se pudo conocer que más del 55 % de los encuestados provenían de padres que vivieron 80 años o más, por lo que se cree que la supervivencia se sustenta en una teoría que plantea que los hijos de los longevos denominados «filtros genéticos», se enferman menos y por tanto viven más.
De los 270 entrevistados, 210 fueron mujeres, y esta preponderancia de las féminas puede estar relacionada con la presencia de estrógeno y la disminución de hierro debido a los períodos menstruales, aseveró la doctora Katy Hind Selman-Housein, integrante del equipo de investigación.
En otra arista del fenómeno, el estudio comprobó que, en los centenarios que viven junto a su familia y emocionalmente se encuentran bien, disminuyen las discapacidades, estrechamente relacionadas con la depresión.
La investigación describe además a la mayoría de los longevos como personas que comenzaron a trabajar desde años tempranos hasta edades avanzadas; con adecuada aceptación de los cambios surgidos con la edad; una movilidad que rehúsa el estar acostados o sentados durante largos periodos, y prudentes ante el consumo de medicamentos.