En Jesús de Nazaret, Dios no sólo se hizo humano, sino que escogió estar en medio de los pequeños. Es a los pastores, gente humilde y pobre, a quienes los ángeles anuncian la buena noticia que será de mucha alegría para todo el pueblo: “Hoy les ha nacido un Salvador”.
La Navidad no es sólo una fiesta para los niños y las niñas, sino que lo es para mujeres y hombres de todas las edades y condiciones. Por eso, sólo celebramos cristianamente la Navidad cuando abrimos nuestro corazón a cada ser humano, y de una manera especial a quienes más necesiten de nuestra ternura y solidaridad.
La gloria de Dios se manifiesta para los seres humanos en la paz. La paz es armonía plena: armonía con Dios, con la naturaleza y con las demás personas. La paz que Dios quiere regalarnos, tiene que construirse por los caminos de la justicia, de la inclusión, del trabajo de día a día por rehacer nuestras relaciones, por brindar un trato digno y por crear oportunidades de vida para quienes ahora no cuentan en la sociedad.
Reconstruyamos nuestras relaciones en la familia y en la sociedad, promovamos la dignidad de cada persona como hijo e hija de Dios, como hermano y hermana. Entonces se manifestará la justicia como el sol que resplandece en pleno día y de la paz se llenará la tierra.
Que esta Navidad sea la más feliz de nuestra vida y que el Año Nuevo venga para todos nosotros cargado de bendiciones del Dios que en Jesucristo se hizo nuestro hermano de camino.
P. Patrick Hanssens
Director de Pastoral Social Arquidiocesana de Panamá.
Panamá, Navidad 2013.