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La edad no tiene por qué ser el elemento determinante de la evolución de los ancianos en un ingreso hospitalario

Viernes, 20 de Marzo de 2009
Recortes de prensa

Basque Research

17/3/2009
 

«La edad no tiene por qué ser el elemento determinante de la evolución de los ancianos en un ingreso hospitalario. La concurrencia en este tipo de pacientes de diversas enfermedades con su tratamiento farmacológico correspondiente, y factores como la situación funcional, social o cognitiva previa al ingreso influyen enormemente en su evolución médica y en la tasa de mortalidad registrada en el año siguiente a la hospitalización. El anciano es un paciente complejo con derecho al diagnostico y al tratamiento». Estos son algunos de los datos de la tesis de Nicolás Martínez Velilla, dirigida por el Profesor emérito Miguel Andériz López, adscrito al Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Pública de Navarra.

 

Su tesis, “Índices de comorbilidad y factores pronósticos de situación funcional y mortalidad anual en ancianos hospitalizados” ha tenido como base de estudio un grupo de 131 pacientes, la mayor parte de ellos del Servicio de Geriatría del Hospital de Navarra, pero también de traumatología y de neurología. Todos ellos eran mayores de 75 años y, durante un año, ingresaron de manera consecutiva en el citado centro hospitalario.

 

En sus conclusiones, Martínez Velilla indica que la tasa de mortalidad en los pacientes analizados a lo largo del año siguiente a su ingreso hospitalario es muy elevada y entre los factores de riesgo destacan, no sólo la edad, sino otras enfermedades con pronóstico funesto, especialmente la demencia. «No es que el ingreso condicione de manera absoluta la mortalidad sino que estos pacientes tienen tantas enfermedades, y su situación basal está tan deteriorada, que el riesgo de muerte es mucho más alto que en personas más jóvenes y con menor comorbilidad»

 

En los últimos años se ha incrementado la edad media de los pacientes que ingresan en el servicio de geriatría. La comorbilidad (concurrencia de diversas enfermedades en un mismo paciente) es un aspecto más allá de la edad, que debería marcar de modo contundente las decisiones diagnósticas y terapéuticas; por ello cuantificarla y plasmarla en medidas objetivas podría ayudar al médico.

 

A ello se suma que estos pacientes presentan una importante polifarmacia que complica de manera considerable el manejo clínico: ya que «fármacos individuales que tienen un efecto beneficioso sobre determinada enfermedad puede que no sean tan beneficiosos cuando, en pacientes con múltiples enfermedades, se toman junto con otra medicación. Surge la cuestión: ¿es bueno para el paciente lo que es bueno para la enfermedad?». En este contexto, el doctor Martínez Velilla manifiesta que «el importante consumo de fármacos detectado en la población estudiada hace plantearse de manera rigurosa el concepto riesgo/beneficio aplicado a la actividad clínica». Por otra parte no deberíamos asumir directamente que los estudios realizados en personas jóvenes pueden extrapolarse al paciente anciano pluripatológico que frecuenta los hospitales y las consultas de atención primaria.

 

Asímismo, el autor hace hincapié en que el apoyo social de los pacientes ancianos hospitalizados y el pronóstico funcional también van unidos. Según este estudio, los pacientes con mayor apoyo social tienen mejor pronóstico: «Se confirman algunos factores de riesgo de deterioro funcional ya conocidos, como la situación previa al ingreso, la edad, el estado nutricional y los episodios previos de hospitalización, y además este trabajo proporciona evidencia sobre el importante papel que tiene la situación social previa del paciente». El paciente geriátrico tiene un alto riesgo de perder relaciones sociales debido a múltiples factores, entre ellos el ingreso hospitalario. En estas circunstancias es evidente que un correcto apoyo social durante el ingreso hospitalario facilita una mejor y precoz recuperación funcional que en ausencia de dicho apoyo.

 

En los últimos años se ha producido un auge de ingresos de ancianos en residencias geriátricas en parte en relación con las circunstancias sociodemográficas pero también por los cambios en la estructura familiar tradicional de apoyo al anciano, tal y como indica Nicolás Martínez Velilla, « aunque podríamos esperar que la población institucionalizada mostrara un peor pronóstico funcional y mortalidad, en nuestra cohorte no encontramos diferencias significativas al respecto, en parte debido a la selección de pacientes derivados desde su residencia y a su vez admitidos desde urgencias ».

 

En ese sentido, explica que en estos pacientes «a nivel funcional es difícil empeorar, pues partimos de una situación previa muy deteriorada. A nivel de la mortalidad es posible que la mayor parte de estos pacientes puedan beneficiarse de unos cuidados de larga duración durante su estancia en una residencia que en otras circunstancias no tendrían en su domicilio. Por lo tanto se modificaría su perfil evolutivo natural comparado con su permanencia en la comunidad. Además es posible que los ancianos con mal pronóstico vital a corto plazo no sean derivados al nivel hospitalario, lo cual avala el importante apoyo que ofrecen dichos centros a los servicios sanitarios tradicionales».