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Ciudades Amigables con la Edad

Miércoles, 07 de Abril de 2010
Políticas y Derechos

La población del mundo está envejeciendo a una velocidad sin precedentes. Por primera vez en la historia de la humanidad se registrará la presencia de mayor cantidad de personas mayores de 65 años que de niños menores de 5 años. La Argentina inició a mediados del siglo pasado su envejecimiento poblacional y es uno de los tres países mas envejecidos de América Latina. La ciudad de Buenos Aires, por ejemplo comparte con Canadá un porcentaje de población mayor del 22%.

Sin embargo las ciudades no han promovido cambios en sus entornos que tengan en cuenta las necesidades, capacidades, preferencias y limitaciones que surgen en esta etapa de la vida.
De allí que ha surgido el concepto de Ciudades Amigables con la Edad para referirse a aquellas en las que las políticas, servicios y estructuras, así como el entorno físico y social, están diseñados para apoyar y hacer que la persona mayor permanezca activa, es decir que viva con seguridad, goce de buena salud y participe plenamente en la vida comunitaria.

En este marco la Organización Mundial de la Salud (OMS), puso en marcha durante el año 2006 el Proyecto de Ciudades Amigables con la Edad, del que participa la ciudad de La Plata, junto a 32 ciudades del mundo entero.

El Instituto Universitario ISALUD, responsable de la investigación en Argentina indagó sobre la opinión de los actores claves acerca de las ventajas y desventajas que la ciudad ofrece para el bienestar cotidiano de las personas mayores. Se realizaron grupos focales con personas mayores, proveedores de servicios públicos, privados y organizaciones de la sociedad civil y cuidadores familiares de ancianos.

Si bien las personas consultadas valoran el diseño de la ciudad, sus espacios verdes y la oferta de actividades culturales y recreativas que posibilitan su integración social, señalan como principales obstáculos: la inseguridad derivada de la elevada criminalidad y delincuencia, las veredas rotas y la falta de mantenimiento de los espacios verdes, la inadecuación del transporte público, tanto por el recorrido como por las características de las unidades, la falta de cumplimiento de las normas básicas de tránsito, y la inaccesibilidad de los edificios. También se registra opinión unánime de desventajas sobre los servicios de salud disponibles para las personas mayores, en sus tres modalidades de cobertura: público, de obras sociales y privado.

Estas dificultades se agravan en el caso de las personas mayores mas pobres y de mas edad quienes en una significativa mayoría quedan conminados a no salir de sus barrios o de sus casa.
Es hora de avanzar en soluciones integrales que tengan en cuenta barreras edilicias y de transporte, pero también que signifiquen cambios culturales. Estos deben basarse en el aumento de la conciencia de los derechos de los ciudadanos ya envejecidos de seguir participando y contribuyendo a sus familias y comunidades. Y ésta es tarea de todos.

Principales hallazgos
Las personas mayores, sobre todo las de mas edad, no pueden usar el transporte público, caminan. Si no disponen de dinero para tomar taxis o remises se limitan en sus salidas.
Los mas mayores que se desplazan con lentitud o presentan dificultades físicas deben extremar cuidados al cruzar las calles, hay poco respeto a normas y la velocidades son altas.
Perciben con más intensidad falta de respeto por parte de los jóvenes y, en general, falta de educación y de urbanidad en la ciudad.
Las personas mayores de niveles socio-económico más bajo se quejan además de las dificultades en el acceso a la salud, por la lejanía de los centros, largas esperas y pagos complementarios.
Mayoritariamente viven en la casa de toda la vida, grande y con jardín. Se quejan de vivir “enrejados”, debido a la elevada delincuencia actual en esos barrios, que lo ha privilegiado en su accionar. No han podido mudarse a departamentos céntricos más seguros como han hecho sus congéneres de niveles socioeconómicos mas elevados.

Los “entornos favorables” es uno de los tres capítulos que aborda el plan de Madrid, sin embargo no se han logrado avances en este camino.
Una ciudad amigable con los mayores, es sin duda una ciudad amigable con todas las edades.

Una política para la tercera edad incluye la atención de la salud, particularmente cuidados de larga duración. Un ingreso universal para que todas las personas puedan envejecer con dignidad, pero también una política de transporte y de vivienda, para que tengan las adaptaciones necesarias para que los mayores puedan seguir incluidos en sus familias y comunidades. Y por supuesto una red afectiva y de contención, en la que el rol de la familia y los amigos y familia es irremplazable.

Silvia Gascón
Directora de la Maestría en
Gestión de Servicios de Gerontología
Universidad Isalud