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La ciudad también ha de ser para los mayores

Lunes, 31 de Enero de 2011
Políticas y Derechos

La ciudad y los mayores. Texto Iciar Ancizu | Lourdes Pérez Responsable de I+D de la Fundación SAR | Profesora de Sociología. Universidad Autónoma de Madrid

Una de las conquistas más relevantes del siglo XX fue la longevidad. En nuestros días, la principal preocupación es la mejora cualitativa, y no solo cuantitativa, de los procesos vitales. Después de haber logrado añadir más años a la vida humana, nos hallamos en el proceso de dar más vida a los años.

Los espacios urbanos por sí solos no tendrían un sentido más que puramente estético si no fuera por las personas que los habitan: su significado simbólico, su desarrollo funcional y su transformación estructural van ligados a las poblaciones, a los avances tecnológicos, a los rasgos culturales y a la capacidad económica que tienen los pueblos que construyen y reconstruyen las ciudades en diferentes momentos históricos. El corazón de las ciudades se nutre de las experiencias, las emociones, las dificultades y los retos a los que se enfrentan quienes viven en ellas.

Las ciudades están vivas y evolucionan adaptándose, con más o menos éxito, a las necesidades de sus habitantes. Como se recoge a lo largo de este Cuaderno central, una de las características más relevantes del siglo XX es la conquista de la longevidad: se ha conseguido dar más años a la vida y ahora nos encontramos en un proceso de dar más vida a los años; es decir, que ya no solo nos preocupamos de la cantidad, sino también de la calidad de los procesos vitales.

En lo que a la calidad de vida se refiere, el espacio público más próximo desempeña un papel muy importante en la vivencia que tienen los mayores de la ciudad. Es evidente que la relación que establecen las personas mayores con los objetos y los entornos y, particularmente, con los espacios de ocio urbanos, es diferente a la de otros grupos de edad. Sin embargo, es reciente la preocupación por favorecer el confort de los mayores, por impulsar sus actividades y por promover su participación en la construcción de los lugares que habitan.

Urbanismo y vejez constituyen un binomio interesante, de gran actualidad y pertinencia en un clima sociológico de incertidumbre, marcado por la crisis económica y por la atomización de valores. Reflexionar sobre las necesidades y posibilidades de las personas de edad en las ciudades, presentando nuevas tendencias, políticas y enfoques aplicados, permite articular discursos más amplios en los que se considere a toda la población. Este planteamiento se suma a un debate general sobre el papel y la visibilidad de las personas mayores en las sociedades modernas y posmodernas.

El presente Cuaderno tiene la vocación de ofrecer a los lectores ideas y resultados de proyectos e iniciativas llevados a cabo en los últimos años sobre el poder de las ciudades como generadoras de calidad de vida en la vejez, pero también como fuente de dificultades y limitaciones para las personas de edad. Con este objetivo hemos reunido a un grupo de académicos y profesionales con largas trayectorias y gran experiencia en la investigación y el trabajo con mayores.

Las aportaciones realizadas tienen una perspectiva internacional y componen un mosaico de situaciones y conocimientos aplicables a distintas realidades. Se abordan temáticas diversas, desde qué implica envejecer en las llamadas “comunidades amigables con las personas mayores”, dentro del enfoque más global de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pasando por la importancia de las transformaciones de las políticas, las costumbres y la estructura de edades en las ciudades, hasta aspectos vinculados con las relaciones intergeneracionales en contextos urbanos, el papel de los desarrollos tecnológicos en la movilidad de las personas mayores y la importancia de vivir y disfrutar la ciudad cuando se envejece.

Se plantean, además, propuestas específicas en el área de los servicios especializados y se destaca la relevancia de entender a los mayores como agentes en la construcción de las ciudades, con derecho a participar plenamente en la sociedad según sus deseos, sus necesidades y sus posibilidades. Esto implica poner énfasis no solo en la esfera individual, sino también en la esfera colectiva, plasmada en una vías de participación susceptibles de vincular a personas mayores con recorridos vitales diferentes.

Como señala la profesora Bazo, la ciudad es una construcción social. Se la considera una de las posesiones que se comparten socialmente, como el país y la historia. Para ella, vivir la ciudad implica la imbricación en el barrio, y en este marco la accesibilidad es el factor clave para el disfrute del entorno. En este sentido, las doctoras Marcellini y Mollenkopf muestran datos interesantes sobre las demandas y las dificultades de las personas mayores en cuanto a movilidad. Se destaca la trascendencia que tiene para los mayores poder desplazarse sin ayuda en entornos seguros, y qué suponen para ellos las nuevas tecnologías. No solo resulta importante que se apliquen avances, sino también que se asimilen y acepten por las personas mayores de los diferentes países.

Es importante destacar que en los últimos años se han realizado numerosos esfuerzos a escala internacional para llamar la atención sobre las personas de edad, sus preferencias, su contribución al bienestar de la ciudadanía y su autonomía para tomar decisiones. La red mundial de “ciudades amigables con las personas mayores” se enmarca dentro del paradigma del “envejecimiento activo”, entendido, tal como subrayan Maite Sancho y Elena del Barrio, como un proceso de optimización de las oportunidades de salud, de participación y de seguridad, con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen. Este planteamiento está dando buenos resultados en las diferentes ciudades que lo están poniendo en marcha, entre ellas San Sebastián, cuyo proceso resulta muy ilustrativo de los pasos a seguir por cualquier ciudad del mundo que esté interesada en formar parte de la red.

La aplicación de este tipo de políticas pone de manifiesto las potencialidades y también los problemas de los mayores en entornos deprimidos, y revela qué obstáculos hay que vencer para activar iniciativas de este tipo. Los profesores Thomas Scharf y Chris Phillipson exponen las claves de la exclusión social y las desigualdades que sufren los mayores en entornos urbanos difíciles, y señalan la importancia de implementar acciones a largo plazo ancladas en el territorio que proporcionen más recursos sociales, estructurales y económicos a los más ancianos.

Las relaciones intergeneracionales tienen un impacto en las vidas de las personas mayores que se debe analizar. Según la doctora Ariela Lowenstein, se ha demostrado que los modos de convivencia están entre los predictores más significativos de bienestar, especialmente para los mayores inmigrantes, para quienes la familia es la principal fuente de apoyo.

El diseño de los barrios es de una importancia crucial para potenciar la interconexión y la comunicación. Así, como recoge Quico Mañós, uno de los retos de las políticas públicas es fomentar el diálogo entre los ámbitos urbanos especializados para erigir una ciudad capaz de escuchar, en la que las diferentes tipologías y realidades urbanas se complementen.

Tal como indica Sebastià Jornet, el derecho a la ciudad por parte de las personas mayores no debería ser únicamente un derecho a ver satisfechas sus necesidades propias y específicas, sino también el derecho a compartir espacios, arquitecturas y servicios de naturaleza diversa con el conjunto de ciudadanos y ciudadanas.

Con estas páginas pretendemos mostrar que la ciudad sí debe ser para los mayores, y hacemos especial hincapié en los conceptos de inclusión, participación y proximidad en cuanto ejes de un entorno urbano para todas las edades.

Fuente: Barcelona Metrópolis. Revista de información y pensamiento urbanos. Otoño (octubre - diciembre 2010)
http://www.barcelonametropolis.cat/es/page.asp?id=23&ui=452