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Tiempos de crisis, tiempos de cuidado*

Viernes, 06 de Julio de 2012
Envejecimiento y vejez

Leonardo Boff.

El cuidado es exigido en prácticamente todas esferas de la existencia, desde el cuidado con el cuerpo, de la vida intelectual y espiritual, de la conducción general de la vida hasta cuando se cruza una calle. Como ya observaba el poeta romano Horacio, “el cuidado es aquella sombra que nunca nos abandona, porque somos construidos a partir del cuidado”.
Fecha: 12/05/2012

El tema del cuidado es, en los últimos tiempos, cada vez más recurrente en la reflexión cultural. Inicialmente, fue vehiculado por la medicina y por la enfermería, pues representa la ética natural de estas actividades. Después, el tema fue asumido por la educación y la ética y transformado en paradigma por filósofas y teólogas feministas, especialmente norteamericanas. Ellas ven en él un dado esencial de la dimensión del ánima, presente en el hombre y en la mujer. El tema ha producido una intensa discusión, especialmente en Estados Unidos, entre la ética de base patriarcal centrada en el tema de la justicia y la ética de base matriarcal fundamentada en el cuidado esencial.

El asunto ha ganado especial fuerza en la discusión ecológica, constituyendo una pieza central de la Carta de la Tierra. Cuidar del medio ambiente, de los escasos recursos de la Tierra se volvió imperativos del nuevo discurso. Por fin, se ha visto el cuidado como definición esencial del ser humano, como lo es abordado por Martin Heidegger en Ser y Tiempo, recogiendo una tradición que remonta a los griegos, a los romanos y a los primeros pensadores cristianos, como San Pablo y San Agustín.

Se ha constatado además que la categoría cuidado ha ganado fuerza siempre que emergen situaciones críticas. Es ella que impide que las crisis se transformen en tragedias fatales.

La Primera Grande Guerra (1914-1918), desatada entre países cristianos, destruyó el glamour ilusorio de la era victoriana y produjo un profundo desamparo metafísico. Fue cuando Martin Hidegger (1889-1976) ha escrito su genial Ser y Tiempo (1929) que en sus párrafos centrales (§ 39-44) son dedicados al cuidado como ontología del ser humano.

Durante la Segunda Guerra (1939-1945), ha surgido la figura del pediatra y psicólogo D.W. Winnicott (1896-1971), encargado por el gobierno inglés de hacer seguimiento de niños huérfanos o víctimas de los horrores de los bombardeos nazistas sobre Londres. Él ha elaborado una reflexión y una práctica alrededor de los conceptos de cuidado (care), de la preocupación por el otro (concern) y del conjunto de apoyos crianzas o a las personas vulnerables (holding), pertinentes de ser aplicados también a los procesos de desarrollo y de educación.

En 1972, el Club de Roma anunció la alarma ecológica sobre el estado enfermizo de la Tierra. La asociación ha identificado la causa principal del problema: nuestro modelo de desarrollo consumista, predatorio, perdulario y completamente sin cuidado con los escasos recursos de la naturaleza y las deposiciones producidas. Después de varios encuentro realizados por la ONU a partir de años 70 del siglo pasado, se ha llegado a la propuesta de un desarrollo sostenible, como expresión del cuidado humano más centrado, especialmente, en su aspecto económico.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) elaboraron en 1991 una estrategia minuciosa para el futuro del planeta, bajo la consigna Cuidando del Planeta Tierra (Caring for the Earth, 1991). Allí se señala que: la ética del cuidado se aplica tanto a nivel internacional, como a nivel nacional e individual; no hay nación autosuficiente; todos tendrán ganancias con la sostenibilidad mundial y todos estarán amenazados si no logramos alcanzarla.

En marzo de 2000, recogiendo esta tradición, se concluye en París, después de ocho años de trabajo a nivel mundial, la redacción de la Carta de la Tierra. La categoría sostenimiento, cuidado o modo sostenible de vivir constituyen los dos ejes articuladores principales del nuevo discurso ecológico, ético y espiritual. En 2003 la Unesco asumió oficialmente la Carta de la Tierra y la presentó como un instrumento pedagógico sustancial para la construcción responsable de nuestro futuro común.

En 2003, los ministros o secretarios del medio ambiente de los países de América Latina y del Caribe elaboraron el documento Manifiesto por la Vida, por una ética de la sostenibilidad, en que la categoría ‘cuidado’ es incorporada en la idea de un desarrollo para que sea efectivamente sostenible y radicalmente humana.

El cuidado está especialmente presente en los dos extremos de la vida: en el nacimiento y en la muerte. La niñez sin cuidado no existe. El moribundo necesita de cuidados para dejar la vida de forma digna.

Cuando surge alguna crisis en un grupo, generando tensiones y divisiones, es la sabiduría del cuidado el camino más adecuado para oír las partes, favorecer el diálogo y buscar convergencias. El cuidado se impone cuando se desata alguna crisis de salud que exige internación hospitalaria. El cuidado es puesto en acción por parte de los médicos, médicas, de los enfermeros, decidiendo lo mejor que se podría hacer.

Hoy, dada la crisis generalizada, social o ambiental, el cuidado se vuelve imprescindible para preservarnos la integridad de la Madre Tierra y salvaguardar la continuidad de nuestra especie y de nuestra civilización.

* Traducción libre realizada por Mauro Brigeiro del original en portugués extraído de: http://www.cartamaior.com.br/templates/colunaImprimir.cfm?coluna_id=5591 en 16/05/2012.