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Advierten que la demencia es la epidemia del siglo XXI

Miércoles, 24 de Septiembre de 2014
Envejecimiento y vejez

Especialistas indican que los índices de demencia -de la cual la enfermedad de Alzheimer es la más frecuente- aumentarán dado el alza en “la expectativa de vida”, pero señalan que “no forma parte de un envejecimiento normal”.

Por Natalia Muñiz
Diario Popular, domingo 21 de setiembre de 2014

Hoy es el Día Internacional del Mal de Alzheimer, la forma más frecuente de demencia, una enfermedad que según advierten especialistas será la epidemia de este siglo, dado que uno de los factores de riesgo de desarrollarla es la edad.

En Argentina, la prevalencia es del 12% en las personas mayores de 65 años. Una estadística que se proyecta en alza, dado el aumento de la esperanza de vida. Sin embargo, hay que aclarar que ni la enfermedad de Alzheimer ni otros tipos de demencia forman parte de un envejecimiento normal.
Si bien aún no hay cura para el Mal de Alzheimer, desde distintas instituciones se trabaja para reducir los factores de riesgo, enlentecer el desarrollo de la enfermedad, mejorar la calidad de vida de las personas con demencia y el de su entorno familiar y social y derrumbar los estigmas y prejuicios.

Consultado por este diario, el jefe de la Sección Neurología del Hospital Santojanni, Carlos Mangone, señala que la enfermedad de Alzheimer es la “forma más frecuente de demencia (55-60% de las causas en el mundo), afecta la función cognitiva (memoria, atención, capacidad de tomar decisiones), la personalidad y la conducta”.

En este sentido aclara: “Demencia no es locura. El cerebro de una persona con demencia es un cerebro que se va empobreciendo, atrofiando progresivamente, presentando la disfunción del rendimiento de la memoria y otras funciones cognitivas, seguido con trastornos de la conducta y alteraciones en sus actividades funcionales instrumentales (manejo de las finanzas, manejo de las cuentas de dinero, el uso de celular, del teléfono común) hasta avanzar a las básicas y no saber cómo vestirse, bañarse, pérdida del control de esfínteres, pérdida de la capacidad de alimentarse, lo que lleva a la persona a una dependencia gradual y progresiva de su cuidador (la víctima oculta) hasta la muerte”.

“De la enfermedad de Alzheimer nadie se muere -resalta-, sino que las causas de muerte son enfermedades infecciosas intercurrentes porque terminalmente existe un deterioro del sistema inmune”.

Asimismo indica que “la demencia no es parte de un envejecimiento normal. Si una persona de 70 años ve que su funcionamiento cognitivo no es el mismo del año pasado debe ir al médico. Y si el doctor le dice ‘son cosas de la edad’, debe asistir a centros especializados en el problema, ya que debe reclamar por su preocupación”.

La prevalencia
“La demencia es la epidemia del siglo XXI porque la expectativa de vida se ha incrementado y el principal factor de riesgo para sufrirla es la edad”, destaca Mangone, co fundador de la Asociación de Lucha contra el Mal Alzheimer y alteraciones semejantes (ALMA) de la República Argentina.
“A nivel mundial, en 2010 existían 35,6 millones con demencia, que se duplicará hacia 2030 y se triplicará hacia 2050 llegando a afectar a 115,4 millones de personas”, resalta el especialista.
Respecto a la situación en nuestro país, Mangone señala que “el único estudio de prevalencia que tenemos es el del doctor Fernando Pages Larraya que dio un valor del 12,18 en 2004”.
Ante este panorama, el profesional destaca que la Organización Mundial de la Salud y ADI “urgieron a los sectores políticos de la salud de todo el mundo a tomar medidas urgentes, ya que deben considerar la demencia como una prioridad de salud pública y adoptar estrategias dentro de un plan nacional”.

Los síntomas
Sobre los síntomas más frecuentes de la enfermedad de Alzheimer, Mangone indica:
* Pérdida de memoria, olvidos frecuentes.
* Confusión.
* Desorientación en tiempo y espacio.
* Dificultad para concentrarse en una tarea, falta de atención.
* Distracciones significativas.
* Problemas para realizar actividades habituales.
* Cambios evidentes de conducta y personalidad, alteraciones en el humor, desgano, irritabilidad, nerviosismo.
* Problemas de comunicación, dificultad con el lenguaje, imposibilidad de encontrar las palabras adecuadas -síntoma bastante frecuente y precoz-.
* Pérdida de autoestima y sensación de inseguridad.
* Pérdida progresiva para manejar las actividades instrumentales de la vida diaria (manejo de finanzas, computadoras, teléfonos celulares, teléfono de línea, cocinar) y las actividades básicas de la vida diaria (vestirse, asearse, control de esfínteres, bañarse, alimentarse) llevándolo a una dependencia total.

Factores de riesgo
En referencia a los factores de riesgos “más importantes y absolutamente comprobados”, el especialista señala:
* Edad.
* Historia familiar.
* Polimorfismo ApoE (perfil genético del cromosoma 19, perfil de susceptibilidad).
* Traumatismo de cráneo.
* Historia familiar de Síndrome de Down.
* Bajo nivel educativo.
Acerca de cuándo puede comenzar la enfermedad respondió: “La signo-sintomatología clínica de enfermedad de Alzheimer esporádica empieza alrededor de los 60 años. La clínica de la forma hereditaria ligada al cromosoma 21, 1 y 14 pueden comenzar alrededor de los 35-40 años”.

Destacan la importancia del diagnóstico precoz

El jefe de la Sección de Neurología del Hospital Santojanni, Carlos Mangone, remarca que en la enfermedad de Alzheimer, así como en otros tipos de trastornos cognitivos, “es importante llegar a un diagnóstico lo más temprano posible”. Para ello, según explica, se tiene una entidad que pretende describir la sintomatología previa a la demencia y se la conoce como deterioro cognitivo mínimo.
“Es un estadío en que la persona se encuentra con:
* definido déficit de la memoria declarativa,
* déficit en la concentración,
* puede leer un párrafo y recuerda poco,
* se olvida nombres de personas que recién conoce,
* su situación laboral es deficitaria,
* desorientación espacial,
* negación de los síntomas,
* ansiedad que aumenta al realizar tareas que antes le eran fáciles,
* no depresión,
* dificultad en realizar tareas complejas, planear una cena, manejo de finanzas, compras,
* mínimos cambios en el volumen del hipocampo con respecto al volumen cerebral total”.
En este sentido, indica que “alrededor de un 15% por año avanza hacia un síndrome demencial dentro de los cuales las 2/3 partes son enfermedad de Alzheimer”.

Contra los estigmas: de esto sí se habla

La presidenta de la Asociación de Lucha contra el Mal de Alzheimer y alteraciones semejantes (ALMA) de la República Argentina, Ana María Bosio de Baldoni, destaca la importanciade desestigmatizar estas enfermedades para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas, de los cuidadores y del entorno social.
“El mayor estigma es que ‘de eso’ no se habla -aclara-. A muchos médicos les piden: ‘Doctor, que esto no salga de acá’”. Asimismo agrega que “hay una idea errada que todo lo mental está ligado a locura y es otro estigma. No se comprende que el Mal de Alzheimer es una enfermedad orgánica, que le puede pasar a cualquiera”:
Bosio de Baldoni advierte que “hay que tomar conciencia, trabajar, y lo primero que hay que hacer es hablar de Alzheimer para ayudar a la persona afectada a ser tratada como corresponde, a darle un espacio para que diga cómo se siente, cómo quiere ser tratada en los últimos estadios, cómo quiere planificar su futuro, cómo puede arreglar su situación económica”.
“En los primeros seis años de ALMA -este año cumplió su 25º aniversario- asesoramos a unas 700 familias. En estos últimos seis años asesoramos a unas 5.000”, indica.
“Es un tema difícil pero las cosas difíciles hay que enfrentarlas, hablarlas. No hay cura. Tampoco hay dos pacientes iguales ni la enfermedad sigue el mismo proceso. Pero se puede mejorar la calidad de vida”, afirma Bosio de Baldoni.
ALMA es una asociación civil sin fines de lucro con sede en Lacarra 78, barrio porteño de Floresta. Cuenta con asesoramiento, charlas informativas, grupos de apoyo para familiares y para cónyuges, talleres de estimulación de la memoria y musicoterapia para pacientes, taller de estimulación de la memoria para adultos sin trastornos cognitivos, contención psicológica, evaluación, diagnóstico y tratamiento, y el proyecto Café con ALMA, mediante el cual se organizan encuentros en una confitería con familiares, cuidadores y pacientes para compartir una jornada informativa y de socialización.

Lo que es bueno para el corazón, es bueno para el cerebro

Alzheimer: estrategias para reducir el riesgo

Asociaciones de lucha contra esta enfermedad afirman que “llevando un estilo de vida saludable para el cerebro se podría reducir el riesgo” y que “nunca es tarde” para comenzar a adoptar estos hábitos.

Setiembre es el Mes Internacional del Mal de Alzheimer. Para este año, la Federación Internacional de Alzheimer (ADI, por sus siglas en inglés) propuso el lema “Demencia ¿Podemos reducir el riesgo?”
Desde la Asociación de Lucha contra el Mal de Alzheimer y alteraciones semejantes (ALMA) de la República Argentina se señala que “llevando un estilo de vida saludable para el cerebro se podría reducir el riesgo” y se afirma que “la regla general es que lo que es bueno para el corazón, es bueno para el cerebro. Ambos deben cuidarse con una dieta balanceada y ejercicios físicos y mentales regulares”.
Asimismo se sostiene que “nunca es tarde para hacer estos cambios”:

1: CUIDAR EL CORAZON: El hábito de fumar, la presión alta, el colesterol alto, la diabetes y la obesidad, dañan a los vasos sanguíneos y aumentan el riesgo de tener un ataque cardíaco o un accidente cerebro vascular. Se destaca que las investigaciones demostraron que estas condiciones pueden aumentar las chances de desarrollar una demencia. Estos problemas pueden prevenirse con estilos de vida saludables y tratamientos efectivos.
2: MANTENERSE FISICAMENTE ACTIVO: La actividad física y el ejercicio pueden ayudar a controlar la presión sanguínea, el peso, reducir el riesgo de diabetes tipo II y algunas formas de cáncer. Algunas evidencias sugieren que pueden reducir el riesgo de desarrollar una demencia.
3: TENER UNA DIETA SALUDABLE: Una dieta tipo Mediterránea, rica en cereales, frutas, pescado, legumbres y vegetales pueden ayudar a reducir el riesgo. En cambio, el comer grandes cantidades de grasas y alimentos procesados, los cuales son altos en grasas saturadas, azúcar y/o sal, está asociado con un riesgo más alto de enfermedades cardíacas y, por lo tanto, se deben evitar.
4: DESAFIAR AL CEREBRO: Realizando actividades nuevas se puede ayudar a construir nuevas células cerebrales y a fortalecer las conexiones entre ellas.
5: ACTIVIDADES SOCIALES: Estas actividades estimulan la reserva cerebral, ayudan a reducir el riesgo de demencia y depresión.