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El derecho a una vejez digna

Viernes, 14 de Junio de 2019
Políticas y Derechos

Ricardo Iacub 

No siempre resulta fácil saber qué significa el maltrato, el abuso o la violencia, pero es absolutamente necesario comprenderlo ya que los efectos que se suscitan suelen ser graves tanto a nivel individual como social. Hoy, es la vejez la que requiere pensar de qué manera es tratada y cómo debería serlo. La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 15 de junio como el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, permitiéndonos, como sociedad, reconocer las dificultades para tratar esta etapa vital y establecer un sueño y una promesa acerca de cómo queremos que se lo haga.

Estamos en un momento histórico singular y contradictorio, donde conviven posiciones muy positivas que alientan el desarrollo y la plena inclusión de los mayores, junto a creencias y prácticas sociales notoriamente lesivas para éstos.

Por ello, tomar conciencia es algo más que establecer un manual de procedimientos acerca de las buenas o malas actitudes. Implica poder comprender cómo actuamos y en qué medida somos capaces de incluir la vejez dentro de los propósitos vitales, ofreciéndole todo aquello que fortalezca el lugar que le damos a la temática, al grupo social y a las vejeces que habitan en cada uno de nosotros.

El noruego Johan Galtung diferenció tres formas de violencia: la cultural, la estructural y la directa. Dibujó un triángulo, cuya base aparecía de una manera velada, y en donde ubicaba las dos primeras, y en su punta aparecía la tercera, con formas de expresión más evidentes.

Pero ¿qué significan cada una de éstas? y ¿cómo se manifiestan sobre la vejez?

La violencia cultural es la resultante de una mirada negativa que sostiene nuestra sociedad en base a consideraciones muchas veces prejuiciosas y estereotipadas que la reducen a una etapa carente de valores y de sentidos, y la presentan como una mera cuestión de deterioro biológico. De esta manera el “viejismo” expresa ese conjunto de lecturas que se sostienen en una sociedad limitando expresiones, sentimientos, actitudes y, hasta derechos, por el simple factor de ser mayores.

Muchas de estas creencias dan lugar a prácticas sociales que suceden con los viejos y que en otros grupo humano resultarían escandalosas. Es sabido que en muchas residencias para adultos mayores, se internan personas que van engañadas y que se les restringe su libertad para entrar y salir, sin que medie una orden judicial o, al menos, una situación de urgencia que justifique una internación involuntaria con control judicial posterior, acorde a la Ley Nacional de Salud Mental.

Remarcar la lesión de un derecho fundamental protegido por la Constitución Nacional que da lugar a un delito calificado como “privación ilegítima de la libertad”, nos indica un hecho curioso y aberrante, ya que no sólo se limita la libertad de un sujeto sin que haya cometido un delito ni que necesariamente padezca algún tipo de incompetencia para manejar su autonomía, sino que quienes cometen estas violaciones suelen ser los familiares o allegados con complicidad de los directivos de establecimientos, los cuales suelen desconocer la ilegalidad de sus actos.

Estos hechos siguen estando a la vista de todos y se validan culturalmente en la creencia que ve a la persona mayor como alguien incapaz, que debe ser custodiado, vulnerando con ello su autonomía.

La violencia estructural consiste en agredir a los mayores a través de sistemas institucionalizados de cuyas prestaciones dependen, parcial o totalmente, para sustentar su existencia biológica, psíquica y social. Es importante tener en cuenta que el adulto mayor depende fuertemente del Estado, ya sea por la regulación de las jubilaciones o por los servicios de salud. Esto genera que ante cada cambio de las fórmulas de pago jubilatorio que disminuyen sus haberes; el atraso en los juicios previsionales; o la pérdida de calidad y cantidad de los servicios sociales o de salud que se brinden, produzcan momentos de fuerte violencia, muchas veces ante alguien que no siempre queda claramente identificado y, si se lo hace, no siempre es posible modificar la situación. La violencia cobra un significado particular ya que puede implicar no poder continuar con actividades, roles y hasta con la limitación de cuidados básicos como la compra de un medicamento. Lo que vuelve el presente y el futuro poco manejables y en donde, a diferencia de una persona más joven, las posibilidades de hallar nuevos recursos económicos se encuentran notoriamente reducidas.

Finalmente, la violencia directa aparece de un modo más claro, ya que las manifestaciones resultan más evidentes, ya sea a nivel físico, psicológico, económico, sexual, entre muchas otras, más o menos reconocidas. Es interesante destacar que cuando pensamos en “ni una menos” no solemos considerar que las mujeres viejas también son parte de este grupo. Así como nos cuesta reconocer que los mayores grados de violencia aparecen en la propia familia, particularmente en situaciones de cuidado.

Creo importante destacar que con las personas mayores con demencias surgen formas de maltrato particularmente acusadas como las sujeciones físicas o químicas y al desconocimiento de sus deseos y gratificaciones que llevan a que estos sujetos queden, en muchos casos, en situaciones verdaderamente vergonzantes para el ser humano. Lo importante de este día es tomar consciencia de las formas de violencia que pueden habitarnos por in-consciencia, ya que la naturalización de creencias y prácticas sociales, nos llevan a habituarnos a tratos abusivos y violentos.

Hoy contamos con la Convención Interamericana de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, que tiene rango constitucional en nuestro país, y que deberíamos utilizarla como una poderosa herramienta para modificar esta realidad y poder construir en cada uno de nosotros una esperanza y una promesa de dignidad a lo largo de la vida.

Ricardo Iacub es Doctor en Psicología (UBA), especialista en tercera edad.

Fuente: Clarín - 14/06/2019.
https://www.clarin.com/opinion/derecho-vejez-digna_0_loo7wKoOO.html