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Editorial RLG Nº 130 de Noviembre 2010

Martes, 09 de Noviembre de 2010
Editoriales RLG

Es necesario visibilizar el envejecimiento de la población rural en América Latina

El desigual desarrollo que ha caracterizado históricamente a América Latina ha tenido grandes implicaciones en el proceso y ritmo de la transición demográfica hacia el envejecimiento poblacional, entre los países y entre los ámbitos urbano y rural. No obstante, el acelerado envejecimiento poblacional contrasta con la lentitud en el proceso de conocer las transformaciones sociales que conlleva, y asumirlas como realidad ineludible, reto y oportunidad.

La consideración de un modelo fundamental de ser humano como citadino, adulto, masculino y blanco ha llevado a pensar la vejez desde un imaginario urbano del envejecimiento. Se invisibilizan y excluyen así las difíciles condiciones de existencia de las personas adultas mayores que viven en zonas rurales, invisibilización que surge acrecentada cuando se trata de población rural indígena y negra.

Con frecuencia, al aludir a desarrollo, el campo se asocia con retraso y la ciudad con progreso. La pobreza ocupa un importante lugar en el imaginario social de lo rural, de modo que cuando se piensa en la vejez en contextos rurales, tiende a predominar la idea de que –a pesar de la pobreza- las personas viejas, en el campo, viven más satisfechas y con mayores posibilidades de asegurar su sustento, gozar de protección y cuidados familiares, así como de un ambiente favorable a su salud y bienestar. Nada más alejado de la realidad, como lo confirman diversos estudios sobre el tema realizados en la región. La diferenciación interna (rural –urbana) del envejecimiento poblacional en los países de América Latina se ilustra bien en estudios como el publicado por CEPAL-CELADE en 2009 sobre Envejecimiento, Derechos Humanos y Políticas públicas.

Si bien las condiciones entre países y entre localidades son muy heterogéneas, la pobreza y la desigualdad de oportunidades son un fenómeno común que está en la base de la dinámica del envejecimiento de la población rural de América Latina. La continua migración de los jóvenes y adultos jóvenes hacia las ciudades en busca de trabajo y mejores oportunidades ha ido configurando un panorama poblacional rural con elevada presencia de personas mayores de 60 años y menores de 15. Esta realidad implica desfavorables consecuencias en el funcionamiento de los sistemas de apoyo familiar, en la satisfacción de necesidades de cuidado y en la realización de labores económicamente productivas para lograr condiciones mínimas de bienestar.

La pobreza entre las personas adultas mayores que residen en zonas rurales es multidimensional: tiene que ver con menores posibilidades de acceso a servicios esenciales como salud, vivienda, transporte y recursos económicos para satisfacer en forma adecuada necesidades alimentarias. La proporción de personas mayores cuya única fuente de ingresos proviene de su propio trabajo es mucho mayor entre quienes residen en zonas rurales, al tiempo que cuentan con menores posibilidades de obtener beneficios sociales, como seguridad social en pensiones y salud, debido a que éstos tienden a concentrarse en la población urbana, razones por las cuales tales personas se mantienen trabajando hasta el límite de sus fuerzas.

Asimismo, junto a la población infantil, las personas mayores que viven en localidades rurales suelen recibir más directamente los impactos devastadores de situaciones de conflicto interno (desplazamiento forzado, como en el caso de Colombia), degradación del medio ambiente (escasez de agua, erosión de los suelos), desastres naturales (sequías, inundaciones, olas de frío, terremotos…).

Resulta, entonces, indispensable y urgente llamar la atención sobre la necesidad de conocer y visibilizar cómo se vive la vejez en las zonas rurales de nuestros países. Así mismo, es prioritario sumar fuerzas estatales, empresariales y de entidades sin ánimo de lucro, para integrar la perspectiva del envejecimiento y de la vejez en ámbitos comunitarios rurales y contribuir a hacer realidad el respeto y el reconocimiento de los derechos de las personas adultas mayores en la totalidad de nuestros entornos físicos y sociales. Para las organizaciones no gubernamentales que se ocupan del envejecimiento y la vejez –como es el caso de la Red Latinoamericana de Gerontología- trabajar en el ámbito rural con personas adultas mayores significa superar barreras tales como: difícil acceso a los lugares donde puedan reunirse con las comunidades, falta de personal y de recursos económicos y otras más. No obstante, es una tarea impostergable que debemos comenzar a asumir creativa y activamente.

Ximena Romero – Coordinadora RLG
Christel Wasiek – Asesora RLG

Noviembre de 2010.