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Una oportunidad desperdiciada

Martes, 11 de Junio de 2013
Políticas y Derechos

Silvio Aristizábal Giraldo.

El envejecimiento de la población, como resultado de la disminución de la mortalidad (sobre todo en los niños), unas menores tasas de fecundidad (el número de hijos por cada mujer) y el aumento considerable de la longevidad, es un fenómeno presente hoy en todas las naciones del mundo. Este cambio en la estructura poblacional, denominado transición demográfica, ha sido experimentado de manera diferente en cada región del planeta. Así, por ejemplo, las sociedades industrializadas de Europa y Norte América tuvieron, prácticamente, un siglo para adaptarse a la nueva situación. Por el contrario, en América Latina el proceso se ha dado de una manera más rápida, con cambios especialmente significativos entre 1960 y 1990.

El bono demográfico

En la transición demográfica hay una fase en la que coinciden varios factores:
a) La mortalidad en las edades tempranas se reduce;
b) La tasa de fecundidad disminuye;
c) El porcentaje de población mayor de 60 años no es aún muy elevado;
d) La proporción mayor de población está representada por aquellas personas en edad productiva, frente a las personas en edades potencialmente inactivas (menores de 15 y mayores de 60 años).

Cuando un país muestra una estructura poblacional con las características antes referidas, está frente a una oportunidad excepcional de desarrollo económico y social. Es lo que se conoce con los nombres de bono demográfico, oportunidad demográfica o ventana demográfica. En otras palabras, una coyuntura favorable para el mejoramiento de las condiciones de vida del total de la población. Sin embargo, para aprovechar esta situación se requiere optimizar las capacidades, las oportunidades y la inserción en el mercado laboral de la población en edad productiva. En esa perspectiva es necesario implementar políticas públicas encaminadas a incrementar el ahorro y la inversión en los ámbitos de la salud, la seguridad social y, de manera especial, en la educación.

Prioridad para los jóvenes

El aprovechamiento del bono demográfico demanda inversiones prioritarias en la población joven, la cual es considerada altamente productiva. En consecuencia, es necesario un compromiso claro de los gobiernos por mejorar la calidad de la educación, especialmente en el nivel de la secundaria. Así mismo se hace necesario garantizar a las nuevas generaciones oportunidades de participación social y política, y crear empleos de calidad durante la etapa que dura el bono demográfico. Con ello se posibilita a los jóvenes prepararse para el futuro y los países podrán responder en forma sostenible a los costos implicados en el envejecimiento de la sociedad.

El bono demográfico en Colombia

La población joven de Colombia es de 12.500.000 personas, lo que, a juicio del gobierno, “es una muy buena oportunidad económica y social para el país pues cuenta con una fuerza laboral joven, con ganas de triunfar y preparada”. El bono demográfico en Colombia podría prolongarse hasta cerca del 2020. A partir de ese año, la población potencialmente productiva empezará a decrecer y el número de personas viejas se irá incrementando cada año en forma considerable. Como resultado de lo anterior surgirán los desafíos del envejecimiento poblacional en lo relativo a los diferentes aspectos de la vida de las personas viejas: la seguridad social (salud, pensiones), la movilidad, la educación, la recreación, la participación social y política, el cuidado, entre otros. A ellos habrá que agregar las implicaciones derivadas de la diversidad (género, etnia, cultura).

Frente a esta situación cabe preguntar ¿qué está haciendo el Estado colombiano para aprovechar el bono demográfico? En el campo legal se puede señalar la expedición del nuevo Estatuto de Ciudadanía Juvenil, Ley 1622 del 29 de Abril de 2013, con la cual se establece “el marco institucional para garantizar a todos los jóvenes el ejercicio pleno de la ciudadanía, los derechos reconocidos por la legislación nacional y los tratados internacionales y se adoptan las políticas públicas necesarias para que los jóvenes participen en “la vida social, económica cultural y democrática del país”.

No obstante esta y otras leyes favorables a los jóvenes, la realidad es totalmente distinta. Por ejemplo, en educación secundaria aún no se logra la cobertura deseada, y la calidad deja aún mucho qué desear. En salud, basta con mirar los escándalos recientes de las EPS para tener una radiografía de la situación. Pero, tal vez el caso más dramático es el relativo al empleo como lo muestra un columnista de El Espectador al analizar el informe del DANE sobre desempleo en abril de 2013: En Colombia hay 6.300.000 jóvenes en el mercado laboral (29% de la población económicamente activa). El promedio nacional de desempleados es del 10.2%, pero entre los jóvenes la cifra es del doble: 20%, lo cual significa que hay 1.300.000 jóvenes desempleados (sin tener en cuenta el subempleo). “En otras palabras –dice el columnista- de cada 100 desempleados en Colombia 57 son jóvenes”, subrayando, además, que la situación es aún más dramática para las mujeres que para los hombres.

Si el aprovechamiento del bono demográfico tiene como uno de los requisitos la creación de empleos de calidad para la población joven, la situación antes descrita nos lleva a concluir que, en Colombia, el bono demográfico es una oportunidad desperdiciada.

Fundación CEPSIGER para el Desarrollo Humano
Colombia, Jueves 6 de junio de 2013.

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