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Nicaragua. ¿Quién le teme al envejecimiento?

Miércoles, 11 de Junio de 2014
Recortes de prensa

Adolfo Acevedo Vogl (*)

El proceso de envejecimiento significa que la población mayor de 60 años pasará a representar con inusitada rapidez un porcentaje cada vez más alto de la población, hasta el punto en que, de acuerdo con las proyecciones demográficas, en solo 36 años más nuestro país exhibirá el mismo grado de envejecimiento que los europeos.

Si se llega a esta etapa en una situación económica adversa, debido a la persistencia del predominio de empleos de baja productividad, la carga que representará la población de adultos mayores en rápida expansión para la decreciente población económicamente activa requerirá de una sobredimensionada transferencia de recursos reales de estos últimos, a los primeros.

Debe tenerse en cuenta que los adultos mayores consumen bienes y servicios producidos por los trabajadores actuales.

El proceso de envejecimiento implica que habrá cada vez menos trabajadores en relación con el número de adultos mayores, y por consiguiente, si se desea que los adultos mayores mantengan el mismo consumo per cápita actual en relación con el de los trabajadores, esto significa que consumirán un porcentaje cada vez mayor del total de bienes y servicios disponibles.

Recuérdese que la producción de bienes y servicios, en cada momento, es igual al número de trabajadores por la productividad media de estos. Pero el proceso de envejecimiento trae aparejado, primero una menor tasa de crecimiento y después un decrecimiento absoluto en el número de trabajadores. Si la productividad del trabajo no cambia, la producción de bienes y servicios no crecerá lo suficiente, y a la larga disminuirá, y por consiguiente, para poder sostener el consumo del número de adultos mayores en rápida expansión, los trabajadores deberán aceptar una disminución cada vez mayor de sus ingresos reales, que resultaría intolerable. Si los trabajadores se niegan a aceptar esta disminución de su ingreso y su consumo real esto podría generar un severo conflicto intergeneracional.

La única alternativa es que la productividad del trabajo crezca, a lo largo de las próximas décadas, con mucha mayor rapidez que el aumento del número de adultos mayores en relación con el número de trabajadores.

Ello permitiría que el ingreso real de los trabajadores, al arribar a la fase plena de envejecimiento se haya multiplicado varias veces en relación con el actual, y continúe aumentando, y que pueda acomodar en mejores condiciones las transferencias de recursos reales necesarias para sostener el consumo del número creciente de personas mayores. Esto indica que la mejor manera de enfrentar el proceso de envejecimiento es logrando que la fuerza de trabajo, que todavía está creciendo fuerte debido al impulso combinado del bono demográfico y del bono de género, sea absorbida principalmente por empleos más productivos.

Para que esto pueda lograrse, la economía debe transitar desde una que genera mayoritariamente empleos de bajísima productividad hacia una que genere una creciente proporción de empleos en actividades de creciente productividad, portadoras de un mayor potencial de aprendizaje tecnológico y de generación de amplias “externalidades de conocimiento”.

Las mismas suelen exhibir una mayor elasticidad ingreso de la demanda y, por tanto, tienen mayores posibilidades de crecer y mayor densidad de encadenamientos, lo cual les permite absorber con alguna rapidez la fuerza de trabajo anteriormente ocupada en actividades de baja productividad, y por consiguiente, permiten que la productividad y el empleo puedan crecer de manera simultánea a lo largo del tiempo.

Por estas razones, la promoción de las mismas resulta de esencial importancia. En este sentido, quizá todavía pueden resultar de utilidad los criterios que utilizaron los países de rápido crecimiento para determinar las actividades que se debía promover i) alta elasticidad ingreso de la demanda ii) alta densidad de encadenamientos y iii) alta intensidad tecnológica y elevado potencial de crecimiento de la productividad.

(*) Economista
acevedo@ibw.com.ni

Fuente: La Prensa (Nicaragua) - 10/6/2014.
http://www.laprensa.com.ni/2014/06/10/activos/197848-quien-le-teme-al