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Ecuador. Las conquistas sociales, el legado de los “viejos”

Miércoles, 06 de Agosto de 2014
Envejecimiento y vejez

El reto ante el envejecimiento poblacional en el país es crear una sociedad para todas las edades

El protagonismo de la juventud sobre la vejez puede invisibilizar socialmente la labor de los adultos mayores. Eloy Alfaro, monseñor Leonidas Proaño y Tránsito Amaguaña son referentes del cambio.

Kléver Paredes B.

En el transcurso de la historia de la humanidad la relación entre jóvenes y viejos siempre está presente. Cada uno de estos grupos de población ha cumplido roles protagónicos, pero con una marcada valorización hacia la juventud por sobre la vejez.

Esto es más evidente cuando a la juventud se la asociada con valores como la belleza, salud, productividad o vitalidad, mientras que a la vejez, de manera reiterada, se la relaciona con creencias y estereotipos negativos, salvo en momentos excepcionales en la historia que dan cuenta de la experiencia y la sabiduría de los viejos.

El concepto del joven productivo es el que domina en el imaginario de las sociedades basadas en el trabajo-consumo. En consecuencia, todo aquello que encierre el peligro de alejar a los individuos de la potencia física y mental es considerado una “enfermedad”, como es el caso de los viejos a quienes se cataloga como personas improductivas.

Si toda cultura crea expectativas, nociones, creencias, valores y prejuicios acerca de los niños, los jóvenes o sobre el envejecimiento y vejez, vale la pena preguntarse: ¿estamos potenciando las capacidades de cada grupo o disminuyendo su pleno desarrollo y derechos? Con un agravante adicional, al priorizar, en este caso solo a los jóvenes, toda acción pasada, presente o futura de los adultos mayores puede socialmente ser invisibilizada.

En el caso de Ecuador, para las nuevas generaciones, conquistas como la educación a cargo del Estado; la organización y participación activa en todos los ámbitos de los indígenas, la incorporación de la mujer a lo laboral, son derechos que no están identificados con quienes lideraron estos procesos.

En este caso Eloy Alfaro, monseñor Leonidas Proaño y Tránsito Amaguaña, quienes en su época eran unos viejos luchadores.

Frente al protagonismo de la juventud, otro aspecto negativo es la discriminación a todo lo viejo. En la actualidad, desde el discurso del poder o desde la cotidianidad, todo apunta a reforzar el protagonismo que ostentan ahora los jóvenes. Discursos como “El presente y el futuro es de los jóvenes”, “… los procesos de cambio requieren del concurso unánime de todos los ciudadanos y ciudadanas, pero requieren sobre todo de la fuerza de la juventud”, “… esta revolución que se vive en Ecuador es de los jóvenes”, son un ejemplo de que para los viejos no existe un rol protagónico, a pesar de que también ellos, con su ejemplo de vida y principios, son fuentes de inspiración de revoluciones.

Ocurre en Ecuador. Curiosamente la Revolución Ciudadana que lleva adelante el Gobierno y, cuyo sustento son los jóvenes, se inspira en el ‘Viejo Luchador’ Eloy Alfaro quien en su época (Revolución Liberal del 5 de junio de 1895) cambió las estructuras del país.

Desde el discurso del poder también se habla de los miles de ecuatorianos que migraron a otros países por la crisis económica que había en Ecuador, pero se olvida mencionar a los miles de viejos anónimos (sobre todo mujeres) que se quedaron enfrentando su desgracia y a cargo de otros tantos miles de nietos. Su sacrificada labor está invisibilizada.

A la juventud se le ha entregado el destino del país, el conocimiento, la transformación, la administración de lo público y privado, la esperanza. Paradójicamente, décadas atrás, similares atributos y responsabilidades les correspondía a las personas con mayor edad.

Los cargos de docentes, rectores, gerentes, directores o ministros, por citar unos ejemplos, estaban destinados solo para quienes tenían más de 50 años y poseían un requisito indispensable: experiencia.

Hoy, en cambio, no es extraño mirar a un rector de 35 años, a un ministro de 40 o un gerente de 25. En este contexto, la participación de la mujer también tiene papel protagónico.

Jóvenes y viejos han tenido diferentes niveles de protagonismo en el transcurso del tiempo. En este mundo contemporáneo, con la tecnología y dinamismo del conocimiento se ahonda más la brecha entre estos 2 grupos de población. La experiencia se enmarca como lo caduco y la juventud como la fuente del conocimiento.

En Ecuador existen muchos referentes de hombres y mujeres que han dejado su legado a las nuevas generaciones. Parte de ellos son, por ejemplo, los jubilados que 2004, en el gobierno de Lucio Gutiérrez, iniciaron una huelga que se extendió 2 meses para solicitar el incremento de sus pensiones.

Ante los oídos sordos del gobierno de aquel entonces que privilegiaba el pago de la deuda externa, los jubilados decidieron iniciar una huelga de hambre. El saldo de esta media fue la muerte de más de 20 jubilados de Quito y Guayaquil.

En un futuro, el protagonismo y la relación entre jóvenes y viejos posiblemente sea otro, más si se considera el envejecimiento poblacional en el mundo.

Curiosamente, quienes son parte ahora de esa juventud que mira con desagrado a la vejez, serán mañana la generación de los nuevos viejos.

Actualmente en Ecuador hay más de 1’300.000 personas mayores de 60 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). Según las proyecciones de esta entidad, en 2025 habrá alrededor de 3 millones de viejos.

En el mundo se habla de una revolución demográfica que tendrá su punto más crítico en 2050. Ese año, por primera vez en la historia de la humanidad, la cantidad de personas mayores de 60 años superará a la población de 0 a 14 años. Entonces, sin duda, la relación entre jóvenes y viejos será diferente a la actual.

Para Ecuador, al igual que en los demás países de Latinoamérica, el reto no solo será el rol que cumplirán los viejos y los jóvenes, sino responder a las nuevas demandas de atención especializada, servicios e infraestructura para la población envejecida del área rural y urbana.

Como lo promulgan las Naciones Unidas y la Red Latinoamericana de Gerontología es el momento de actuar desde el presente.

Se precisa de la creación de políticas públicas que fomenten un envejecimiento activo, solidario, con derechos y dignidad. Pero de manera especial urge construir una sociedad para todas las edades, en la cual se fomente la participación de niños, jóvenes y adultos mayores en iguales condiciones.

La huelga protagonizada por los jubilados del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, entre junio y julio de 2004, fue un referente de la lucha por sus derechos. Su acción incrementó las pensiones.

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Fuente: El Telégrafo/Palabra Mayor - 2/8/2014.
http://www.telegrafo.com.ec/palabra-mayor.html