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¿Quién cuida a las personas mayores en América Latina y el Caribe?

Viernes, 10 de Julio de 2020
Envejecimiento y vejez

María Laura Oliveri.

En América Latina y el Caribe más de ocho millones de adultos mayores viven en situación de dependencia funcional. Estas personas no pueden llevar a cabo de manera independiente al menos una actividad básica de la vida diaria, como bañarse, comer, usar el excusado, vestirse, caminar dentro de un cuarto, o acostarse y levantarse de la cama. La dependencia funcional afecta al 12% de las personas de 60 años o más de nuestra región, y a casi el 27% de los que tienen 80 años o más.

En nuestra región, tradicionalmente el apoyo informal no remunerado, ya sea a través de la ayuda familiares o amigos, ha sido la principal fuente de servicios de atención a la dependencia. Las mujeres de la familia son las que principalmente asumen este rol. A partir de los casos de estudio que se han trabajado en el Panorama de Envejecimiento y Atención a la Dependencia sabemos que:

-  En Argentina según la Encuesta Nacional sobre Calidad de Vida de los Adultos Mayores el 77% de las personas mayores de 60 años con dependencia para realizar actividades básicas de la vida diaria reciben ayuda habitualmente por parte de un familiar. Solo un 16% de las personas mayores de 60 años que necesitan ayuda para realizar actividades básicas de la vida diaria recibe ayuda de un cuidador especializado (3,4%) o de empleado doméstico/cuidador no especializado (12.2%) (Oliveri, de próxima publicación).

-  En Costa Rica más de 300 mil personas (cerca de 6% de la población) prestan apoyo frecuentemente a algún familiar o amigo para realizar actividades básicas y/o instrumentales de la vida diaria. En la mayoría de los casos la persona que cuida es hijo o hija (43%) o cónyuge (32%) de la persona con dependencia.

-  En México, la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo de 2014 indica que las mujeres dedican un promedio de 50 horas a la semana al trabajo no remunerado de los hogares, y 33 horas a las actividades para el mercado y bienes de autoconsumo; en comparación, los hombres les dedican entre 18 y 52 horas semanales, respectivamente. Mirando específicamente las tareas de cuidados, en promedio las mujeres dedican 10 horas semanales a las mismas y los hombres 7

-  En Uruguay, resultados de Encuesta Longitudinal de protección Social de 2013, indican que entre los adultos mayores dependientes que cuentan con ayuda en la realización de sus actividades diarias, el 82% recibe ayuda no remunerada proveniente ya sea de un familiar perteneciente al propio hogar (58.9%), de un familiar proveniente de otro hogar (16.8%), o de alguien ajeno a la familia (6.3%). En más del 70% de los casos, la ayuda no remunerada proviene de una mujer.

Sin embargo, debido a las transformaciones que se han producido en las estructuras familiares durante las últimas décadas, las capacidades de las familias para atender directamente a las personas con dependencia se han reducido. Las principales causas detrás de este fenómeno son la reducción del tamaño de los hogares y la creciente participación de las mujeres en el mundo del trabajo.

Para aliviar la carga emocional y económica sobre los cuidadores familiares los servicios de cuidado en domicilio están empezando a cobrar importancia en el área de servicios de atención a la dependencia. Los mismos complementan a los servicios provistos en instituciones, considerados la última alternativa para aquellos casos de dependencia severa. La provisión de estos servicios por parte del Estado, ya sea a través de subsidios para la contratación de cuidadores o de provisión directa de cuidadores en el hogar o a través de servicios en residencias, permiten liberar tiempo de cuidadores familiares y generar oportunidades de empleo formal. Los trabajadores del área de cuidado en la región en general se insertan con bajos salarios, arreglos laborales flexibles (modalidad tiempo parcial, intermitentes o por turnos), bajas posibilidades de formación y desarrollo de carrera, se enfrentan a ciertos riesgos laborales asociados a las características del sector y mayoritariamente trabajan en forma no registrada quedando fuera de los beneficios de la seguridad social. Esto lo convierte en un sector no muy atractivo en términos de empleo. La expansión del COVID-19 añadió una desventaja adicional, la mayor exposición de los cuidadores al riesgo de contagio.

El 16 de junio de 2020 en el webinar del Panorama de Envejecimiento y Atención a la Dependencia titulado “¿Quién cuida? Como desarrollar recursos humanos y la protección social para la atención a la dependencia” tuvimos la participación de Ana Llena-Nozal, economista principal y líder del equipo de atención a largo plazo de la OCDE.

En su presentación, Ana habló sobre las difíciles condiciones de trabajo y las brechas de capacitación existentes en fuerza laboral de atención a largo plazo. ¿Qué podemos aprender de las políticas implementadas en los países de la OCDE para mejorar el reclutamiento, capacitación y retención de trabajadores en los servicios de atención a la dependencia? según la presentadora y de acuerdo con la experiencia de los países de la OCDE, se debe trabajar en cuatro áreas de acción para el desarrollo de la fuerza laboral de atención a la dependencia:

Incrementar el reclutamiento de trabajadores. Entre las medidas se destaca campañas para mejorar la imagen del cuidador especialmente entre jóvenes, apoyo financiero para capacitación y programas de capacitación para jóvenes o desempleados.
Mejorar la retención de trabajadores. Para evitar que los trabajadores se vayan del sector se debe mejorar las condiciones laborales y asegurar salarios decentes en el sector, también permitir mayor flexibilidad en los horarios de trabajo para lograr un balance más adecuado con la vida familiar del cuidador, incrementar la seguridad en el trabajo e incrementar la formación. También se incluyen servicios de consejería para evitar el stress y agotamiento.
Aumentar la productividad de los trabajadores del sector de cuidados. Esto es a través del uso de tecnología para suplementar el trabajo de cuidado. Por ejemplo, para comunicarse o monitorear pacientes, o por medio de tecnologías de asistencia como el uso de alarmas o sensores.
Mejorar la coordinación entre trabajadores y entornos. Es necesario fomentar el trabajo en equipos multidisciplinarios que se coordinen con los trabajadores formales e informales del cuidado. Esto podría evitar hospitalizaciones y largas estadías innecesarias.

Te invitamos a ver el video del evento aquí donde también encontrarás las publicaciones presentadas en el evento. También puedes ver la primera parte de la presentación donde Tiago Oliveira Hashiguchi, analista de políticas de salud de la OCDE, donde muestra estimaciones comparables entre países y regiones sobre la idoneidad, equidad y eficiencia de los sistemas públicos de protección social para la atención a la dependencia en la vejez en los países de la OCDE y los Estados miembros de la Unión Europea.

María Laura Oliveri es consultora en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.

Fuente: Blog Gente Saludable (BID)  – 07/07/2020
https://blogs.iadb.org/salud/es/adultos-mayores-america-latina-caribe/