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Miércoles, 18 de Noviembre de 2020
Género y Envejecimiento

María Caridad Araujo.

Todos estamos bajo la misma tormenta, pero no en el mismo barco. Esta aserción ha sido frecuentemente utilizada para ilustrar cómo la pandemia de COVID-19 ha profundizado las desigualdades. En base a las encuestas laborales de 2020, un blog post reciente, sobre las diferencias entre los resultados de empleo entre hombres y mujeres,  destaca las brechas no solo en la magnitud de la caída de las cifras de empleo, sino también en la velocidad de la recuperación – ambas en detrimento de las mujeres.

¿Por qué la pandemia ha golpeado tan fuerte al empleo de las mujeres? El mes pasado, el departamento nacional de estadísticas de Colombia, DANE, publicó un análisis de los cambios en el empleo femenino en ese país que puede permitirnos entender mejor los canales a través de los cuales se han dado estos cambios. Este análisis, en particular, se enfoca en el empleo femenino en actividades de cuidado remunerado antes y después de la pandemia.

El informe propone una clasificación del empleo remunerado en el sector de los cuidados, que incluye a aquellos que directamente proveen el servicio (por ejemplo, cuidadores de niños o asistentes personales de adultos o personas con discapacidad, personal de salud), pero también a proveedores indirectos (labores domésticas) y a otros trabajadores cuyo servicio contribuye al autocuidado (como las peluquerías).

Los resultados son impactantes:

−  Entre el segundo trimestre de 2019 y el del 2020, 2,5 millones de mujeres perdieron su trabajo en Colombia. Esto representa una reducción de 27% (comparada con 18% para los hombres).

−  En 2019, el 16% de las personas ocupadas trabajaban en el sector de cuidado remunerado (78% de ellas, mujeres).

−  El 30% de las mujeres ocupadas en 2019 pertenecían a este sector versus el 6% de los hombres.   
−  Como consecuencia de la pandemia, en Colombia, se perdieron 975 mil empleos femeninos (versus 184 mil empleos masculinos).

En otras palabras, lo que puede constatarse con esta información es que el empleo femenino ha sufrido un golpe de doble vía. Por un lado, la pandemia y las medidas de confinamiento y restricciones de distancia social golpearon fuertemente a actividades que emplean principalmente a mujeres. Por otro lado, la operación de los servicios de cuidado ha sido suspendida temporal o definitivamente. No obstante, dado que estos servicios dejaron de ofrecerse en el mercado, los hogares se vieron obligados a remplazarlos destinando tiempo propio a estas actividades. Dado que las tareas de cuidado tradicionalmente recaen desproporcionadamente sobre las mujeres, es muy probable que, en esta reasignación al interior del hogar, otro gran número de mujeres haya tenido que abandonar sus empleos para poder asumir, sin remuneración, las actividades de cuidado en el hogar (el cuidado de los niños, el acompañamiento de la educación virtual, los quehaceres domésticos, la asistencia a los adultos mayores, entre otros).

Esta es la realidad de los mercados laborales de la región a las puertas de 2021: vemos con preocupación el riesgo de perder los avances de muchas décadas en materia de participación laboral femenina y cierre de brechas. De ahí que las respuestas a la crisis generada por COVID-19 no pueden ser de una sola talla. Todo lo contrario, deben poner la lupa en el riesgo de que esta profundización de las brechas de género en el empleo se vuelva permanente y enfocarse en medidas para proteger los ingresos de las autoempleadas, los empleos de quienes están en una relación de dependencia, y generar nuevos puestos de trabajo para las mujeres cuyos empleadores tuvieron que cerrar definitivamente sus negocios.

María Caridad Araujo es Jefa de la División de Género y Diversidad del BID, donde lidera los esfuerzos para mejorar el acceso a servicios de calidad, oportunidades económicas y fortalecer la voz y representación de mujeres, pueblos indígenas, afrodescendientes, personas con discapacidad y LGBTQ. + comunidad. Como economista jefe de la División de Salud y Protección Social del BID, trabajó en programas de desarrollo infantil y reducción de la pobreza. Fue profesora en la Universidad de Georgetown y trabajó en el Banco Mundial. Tiene un doctorado en Economía Agrícola y de Recursos Naturales de la Universidad de California, Berkeley.

Fuente: Blog BID ¿Y si hablamos de igualdad?  - 13/11/2020
https://blogs.iadb.org/igualdad/es/ellas-cuidan/